domingo, 31 de enero de 2010

LAS OTRAS TRES EXTRAÑAS MUERTES DE GARCÍA LORCA por JAVIER CASTRO VILLACAÑAS (Publicado en el diario El Mundo)

TRAS 73 AÑOS de misterio y disputas, la fosa donde se cree que yace el poeta se abrirá, se supone, en septiembre. «Crónica» reúne todas las teorías sobre la suerte de Lorca. ¿Estará en el nicho?

Misterio, miedo y fantasía rodean, desde hace 73 años, un puñado de tierra en Alfacar (Granada). Dice el consenso, que tiene sus contradictores, que allí yace Federico García Lorca, al que habrían dado el paseíllo la madrugada del 19 de agosto de 1936. Una decisión política de la Junta de Andalucía pondrá fin, presumiblemente en septiembre, a ese nicho de leyendas, a esa incógnita en la Historia de España.
Un misterio blindado por las circunstancias veladas de su detención y posterior asesinato. Un miedo que ha ocultado la culpabilidad de los que participaron en su crimen y que nunca tuvieron el valor de admitir su responsabilidad. Y, finalmente, una fantasía que inunda de forma mágica todo lo que conlleva el inabarcable universo lorquiano.

Pese a la oposición de los descendientes de Lorca, la autoridad regional ha decidido exhumar los restos de esa zanja que sigue abierta en la memoria, aunque aquella noche de cuchillos largos la cubriera de tierra, para salvarse él del hoyo, Manuel Castilla, Manolo el comunista.

Nadie sabe a ciencia cierta si bajo esas paladas descansa el esqueleto del desaparecido más universal de nuestra guerra. El cuerpo de Federico García Lorca no fue enterrado inmediatamente tras su asesinato, en la madrugada del 19 de agosto de 1936. Permaneció varias horas, algunos investigadores afirman que incluso hasta más de un día, abandonado en el mismo lugar de su fusilamiento. Los que le ejecutaron esperaban enterrar junto a él todas las circunstancias del crimen. Confiaban en que ese agujero de la sierra granadina pasaría al olvido. Una tumba sin nombre, sin memoria y sin historia. Sólo consiguieron que, durante tres cuartos de siglo, hayan circulado las más diversas teorías sobre la muerte del poeta. A la espera del fin del misterio, Crónica las reúne en este artículo.

PRIMERA MUERTE/A Lorca lo salvaron unas monjas

La tesis que mejor encaja en el apelativo de leyenda echa por tierra la versión histórica del fusilamiento de García Lorca y defiende el fallecimiento del poeta 18 años después.

Según esta versión, Lorca sobrevivió a su fusilamiento siendo rescatado por un tal Rogelio Bermejo, panadero de la localidad granadina de Calicasas. Hasta allí fue trasladado el poeta, que habría quedado con sus facultades mentales disminuidas, amnésico y viviendo bajo el nombre de Manolo, siendo ayudado por unas monjas en el Convento de San Bartolomé hasta que murió en el año 1954.

Atraídos por la fascinación de semejante guión, una novela y una serie propagaron involuntariamente la versión. El libro es La luz prodigiosa, de Fernando Marías, que inspiró una conocida serie de ficción emitida en TVE, en 1999, titulada Páginas ocultas de la Historia, dirigida por Javier Díez Moro y cuyos guionistas eran el propio Fernando Marías y Juan Bas.

El documental ofrecía una fotografía en donde se puede apreciar al supuesto Lorca, acompañado de tres monjas y de Rogelio Bermejo. Un montaje perfecto de la producción de la serie. En agosto de 1999, la revista esotérica Enigmas, que dirigía Fernando Jiménez del Oso, dio por buena esta fantasía inventada para TVE. Un juzgado condenó en el año 2000 por plagio al periodista autor de este artículo y determinó que todo era una ficción.

SEGUNDA MUERTE/Desenterrado y sepultado en su casa

Los diferentes testimonios sobre la ubicación exacta de la fosa y las horas que separan el momento de su fusilamiento y la desaparición de su cadáver han alentado todo tipo de especulaciones respecto al destino final de sus restos. Entre ellas, que sus familiares pudieron haberlo desenterrado y sepultado en su casa.

El periodista granadino Eduardo Molina Fajardo documentó varios testimonios directos que relataban la actitud de los familiares de Federico en las horas posteriores a su detención. «Estaban como locos», decían. Primero fueron a buscarle al Gobierno Civil, siguiendo su rastro días después hasta la sierra de Víznar. Un labriego de esa localidad, Joaquín Espigarés, les relató lo que se contaba en el pueblo: «Se había rumoreado insistentemente que una señora fue allí con autorización del Gobierno para retirar unos restos de los pozos y que en la localidad se supuso que eran los de Federico».

No existen más documentos respecto a esta suposición. Ha sido la oposición de los herederos del poeta a localizar primero, e identificar después, los restos de su antepasado, lo que más ha dado pábulo a todos estos rumores.

También se extendió la leyenda en Granada de que un segundo enterramiento de Lorca se pudo realizar una vez finalizada la Guerra Civil, cuando sus familiares ya habían abandonado España y se encontraban en Nueva York. Desde allí habrían tramitado la declaración de herederos del poeta para repartir su herencia y poder gestionar sus derechos de autor. Para ello tuvieron que conseguir un certificado de defunción fechado en Granada el 21 de abril de 1940, un mero trámite legal, ya que los dos testigos que afirman haber visto el cadáver de Federico el día 20 de agosto de 1936 eran, en realidad, el alguacil del juzgado y el primer escribiente del mismo.

Hay quien dice que el padre hizo desenterrar el cadáver de su hijo y sepultarlo para siempre bajo las raíces del nogal que se yergue en el patio de la Huerta de San Vicente, casa-museo del autor en Granada. La fecha de plantación del árbol coincidiría con el fusilamiento del poeta.

Los herederos del poeta no han dejado de calificar de disparate máximo esta posibilidad, negando que el cadáver de Federico fuera sacado de su fosa y enterrado después en otro lugar.

En principio, no tendría que existir problema alguno para poder localizar el sitio exacto donde se encuentran los restos del autor de Poeta en Nueva York. Los testimonios directos recogidos por el investigador norteamericano Agustín Penón, a mediados de los años 50, señalan como lugar más probable del enterramiento la llamada «fosa de Alfacar», situada en el actual Parque Federico García Lorca, al lado de la Fuente Grande, en la bifurcación existente entre dos carreteras: una que baja hasta Alfacar y otra que sube hacia el pueblo de Alfaguara, en la provincia de Granada.

La fosa estaría a 10 metros de un olivo, a cinco del monolito y a tres de la acequia. En varias fotos de la época se aprecia una ligera hondonada. La versión oficial dice que allí yace Lorca, enterrado junto a Francisco Galadí y Joaquín Arcollas, dos banderilleros anarquistas; Dióscoro Galindo, un maestro cojo; y, quizás, el inspector de tributos Fermín Roldán. Se da por seguro que en ese punto yacen los restos de fusilados. ¿Pero está el de Lorca entre ellos?

«Pueden existir errores de localización que nos hagan abarcar distancias de varios metros desde nuestro punto inicial», explica Maribel Brenes, presidenta de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica, «Empezaremos en el lugar señalado por Agustín Penón, que nos parece el más acertado, ya que contó en su momento con numerosos testimonios, fotografías y croquis».

TERCERA MUERTE/Franco lo llevó al Valle de los Caídos

Existe otra versión del desenterramiento, que no habría sido llevada a cabo por su familia, sino por el mismísimo Francisco Franco. El origen de esta tesis se halla en unas declaraciones del sobrino del poeta, Manuel Fernández Montesinos, a la revista Gaceta Ilustrada en junio de 1976. Su padre, alcalde de Granada en el 36, también había sido fusilado por los nacionales y, según afirmaba su hijo, Franco intentó en 1959 que los asesinados de la familia García Lorca reposaran juntos bajo la cruz del valle de Cuelgamuros. La familia del poeta se movilizó y realizó diversas gestiones para que no se ejecutara esta operación. También en 1976, Daniel Sueiro publicó La verdadera historia del Valle de los Caídos donde se respaldaba esta misma versión.

Recientemente, los investigadores Miguel Caballero y María Pilar Góngora, en su libro Historia de una familia. La verdad sobre el asesinato de García Lorca se han sumado a la hipótesis de que los restos del poeta se encuentran en el Valle de los Caídos. Afirman que, hasta el año 1983, estuvieron llegando restos al mausoleo franquista y puede que algunos de ellos correspondan a las fosas comunes que llenan el camino de Víznar a Alfacar, a nueve kilómetros de Granada. La familia del poeta siempre ha negado esta posibilidad.

EL DESENLACE/ ¿Se identificarán los restos de Lorca?

La familia del poeta se niega en redondo a que los restos de Federico sean identificados. Manuel Fernández-Montesinos, vocal de la Fundación García Lorca y portavoz de la comunidad de herederos del poeta, ha sido claro y contundente en sus declaraciones a Crónica: «Nosotros no hemos sido notificados de ninguna decisión por parte de nadie. No tenemos conocimiento fehaciente de la adopción de ningún acuerdo oficial por parte de la Junta. Nos mantenemos en la misma posición que hemos venido manifestando. No somos partidarios de abrir esa fosa. Cuando tengamos conocimiento de cualquier decisión, la estudiaremos y haremos constar expresa y públicamente nuestra opinión. Y, naturalmente, si tenemos posibilidades de recurrir, realizaremos los recursos pertinentes tanto en vía administrativa como ante la autoridad judicial competente. No nos vamos a quedar de brazos cruzados».

Preguntado si, a pesar de su oposición, las exhumaciones se realizan y son localizados e identificados los restos de su tío, la decisión de Manuel Fernández-Montesinos en nombre de todos los herederos del poeta es clara: «Somos partidarios de que, si son localizados los restos de Federico, permanezcan en ese mismo lugar donde han estado durante 73 años, como el mejor ejemplo que se puede dar a la memoria histórica de lo que allí ocurrió».

A ellos se ha unido Nieves Galindo, nieta del maestro Dióscoro Galindo, hasta ahora proclive al desenterramiento y que ha dado media vuelta en sus planteamientos.

Juan Gayo, comisario de la Junta de Andalucía para la Memoria Histórica, argumenta que la administración regional «no se va a hacer cargo de ningún cadáver. Va a aplicar una Ley vigente ante la petición de unos interesados. Es por eso que se va a respetar escrupulosamente la decisión y el deseo de cada una de las familias. Si no quieren desenterrar a su familiar, la Junta respetará sus deseos».

El Gobierno andaluz ha previsto hacer firmar un contrato de confidencialidad a todos los que trabajen en la exhumación. Y cree poder mantener el anonimato de los restos que se extraigan pero no correspondan a los reclamados por sus familiares. Lo que sucede es que, abierto el melón, se ignora qué va a aparecer. Será necesario identificar todos los restos que se encuentren y, aunque sea por exclusión, quedarán señalados los que no correspondan con las muestras genéticas aportadas por los familiares.

Los responsables de la Junta insisten respecto a los motivos de esta exhumación: «No se van a buscar los restos de García Lorca. Si no se buscan, ni siquiera por descarte se podrán determinar. No se localizarán los restos del poeta y no se identificarán. Tampoco sabemos la cantidad de restos que pueden aparecer. En esa zona se fusiló a muchísima gente. La Ley obliga a llevar al cementerio más cercano los restos no identificados. En este caso, se tendrá en cuenta la opinión de la familia García Lorca, pero no se tiene pensado construir nada, ni modificar el monolito que actualmente recuerda lo que allí pasó. Se tendrá que declarar como zona de cementerio la fosa de Alfacar».

Federico es el muerto más conocido de la Guerra Civil. Los responsables de la Junta confirman que han sido miles las peticiones recibidas de todas partes del mundo para presenciar la exhumación.

Agustín Penón, quien más y mejor investigó las circunstancias del asesinato de Lorca, dejó escrita su opinión: «Federico, si está sepultado aquí, no pudo tener un lugar más bello para descansar. Mirando hacia Granada y gozando de esas increíbles puestas de sol que hacen brillar los viejos tejados de la ciudad vista a lo lejos». De la misma opinión fue Emilia Llanos, una de sus más íntimas amigas, en confesión realizada también a Penón: «¡Federico está mucho mejor aquí que en ningún cementerio! A él no le gustaría nada que lo metieran en un nicho».

Lorca tuvo varios presentimientos a lo largo de su vida sobre su destino. Presentimiento se titula uno de sus poemas que publicó en 1921: El pasado se pone su corazón de hierro y tapa sus oídos con algodón del viento. Nunca podrá arrancársele un secreto. Como si hubiese pensado en el otoño de 2009…

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