domingo, 12 de junio de 2011

ENTREVISTA A LA EDITORA ROSA GARCÍA PEREA

Carlos Muñoz (El Correo de Andalucía).


Tras la directora de la editorial 'Jirones de azul' hay una mujer impulsiva, ecléctica, divertida y “llorona, con el corazón en la mano todo el día”.
"Un amigo dice que soy ecléctica, que es la manera fina de decirme canalla. Lo mismo escucho Soleá dame la mano que después a Dylan ". A Rosa García Perea (nacida en Coria del Río hace 46 años y directora de la editorial Jirones de azul ) se le pueden poner mil y un adjetivos que, tras una charla distendida en la que abundan las carcajadas, se resumen con los versos de Machado: "Yo soy en el buen sentido de la palabra, bueno".

-Jirones de azul celebra su quinto aniversario, ¿eso es un milagro con los tiempos que corren?
-Sin lugar a dudas, y no sólo por los tiempos que corren, sino también por el sector en el que estamos, que vive un momento de cambio. Hay dos factores para sobrevivir o ya morirte del todo. Por un lado está la crisis. Se han recortado las ayudas, ayudas que, por otra parte, nosotros pensamos que no deben de existir. Los sectores deben sobrevivir por sí mismos, no subvencionados. Y, además, estamos en plena transición al mundo digital, para lo que se necesitan inversiones. Para esto sí que debería haber financiación (créditos ICO, por ejemplo), no ayudas.

-Pero la editorial tiene casi tantos años como la crisis que padece el país, ¿cuál ha sido la clave para sobrevivir?
-[Los ojos claros le brillan, como cada vez que se dispone a contar una de las anécdotas que salpican la entrevista] Un día quedo con mis hermanas para preguntarles cómo se monta una empresa y, mientras las estoy esperando, veo las primeras noticias de la crisis y pienso: ‘qué tontería, esto es lo de siempre'. Y ¡pum, por todos lados! La crisis es buena porque nos ha enseñado a ser austeros, a optimizar cada euro que entra, a pensar mucho cada título que publicamos. Nos equivocamos, por supuesto. Ninguno de los que estamos aquí somos del sector editorial. Yo venía de ser directora de marketing de una empresa de electrodomésticos. La única forma de aprender ha sido equivocándonos. Ha sido un aprendizaje brutal.

-¿Por qué ese giro tan radical?
-Ya me habían publicado y, bueno, en un momento dado, cuando cumplo los 40 años, mi editora, Luz María Jiménez, me anima: ‘tienes que hacer algo en Sevilla, eso va contigo'. Y me dije, como en la Expo, ‘ahora o nunca'. Aparte, nunca pude publicar en Sevilla porque no encontraba hueco para lo que yo escribía y conocía a gente que tenía grandes cosas guardadas en los cajones. Pensé que había que crear un trampolín para esas propuestas.

-¿Por qué Jirones de azul?
-Ahora es cuando yo me apuro... Es el nombre de mi primer libro, pero no había ningún interés en que fuera así. Yo ya había hecho una revista digital ("nosotros no entramos en el mundo digital, volvemos", apostilla) y un amigo informático que me estaba haciendo la página web me llamó para pedirme un nombre para el dominio. ‘¡Que me pide un nombre!', le decía yo a mi hermana Esperanza, y ella me contestó: ‘ponle Jirones de azul mismo', y así es como llamamos a la editorial cuando la pusimos en marcha, para mantener a aquellos que ya conocían la revista digital.

-¿Cuál ha sido la mayor satisfacción en estos cinco años?
-Ha habido varias. Al libro El hombre que esculpió a Dios le tengo un especial cariño. Esta obra me la leí en una noche en la pantalla de la blackberry cuidando a un familiar enfermo. Tiene muchas implicaciones sentimentales y ha funcionado muy bien. Otro de los momentos es con Pesadillas de cofrade. Este libro lo colocamos en Navidad. Un día, mi hermana Esperanza y yo nos fuimos a visitar librerías y vimos en la Casa del Libro a un chico con estética cani mirándose en la mano si tenía bastante dinero para comprarse el libro. Yo hice verdaderos esfuerzos por no irme para él y decirle: ‘vente que te voy a dar una caja ahora mismo'. Fue un subidón tremendo. Tuvimos la satisfacción de ver que habíamos hecho leer a ese niño.

-Su catálogo lo conforman obras de temática sevillana pero alejada de esa Sevilla recalcitrante. ¿Eso es difícil en una ciudad como ésta? ¿Le dio vértigo?
-Tengo un amigo que me dice que le levanté la falda a Sevilla y enseñé sus bragas. Y me lo dijo en el Ateneo... Me encantó, me encantó. Vértigo me da cuando lo pienso ahora. Somos impulsivos, que no valientes. Yo estoy convencida de que hay otra Sevilla, de que se pueden presentar las mismas cosas de siempre de otra manera. Pero no estamos haciendo nada nuevo, lo que ocurre es que tenemos muy mala memoria. Esto ya lo empezó a hacer el grupo Mediodía en los años 30. Nos hemos vuelto muy cutres y somos todos como Carmen la de Mérimée. ¡En Sevilla cabe de todo!, lo que hay es que espabilarla.

-¿Hay mercado para las editoriales que hay en Sevilla?
-Somos la única ciudad donde hay editoriales que se dedican a la literatura de Sevilla para Sevilla. Y esto no se concibe en otro sitio. Hay público, lo que hay es que encauzarlo bien.

-¿Es tan apocalíptica como los que auguran el final del libro en papel por el electrónico?
-Lo mejor que nos podría pasar a los editores [bromea por enésima vez] es que desapareciera el libro en papel. ¡Es muy caro! No, en serio, no va a desaparecer. El libro de papel tiene un componente fetichista muy importante. Ambos formatos van a convivir. Hay libros que son de usar y tirar, que los lees una vez y ya no los vuelves a abrir más. Para ésos, el formato electrónico es muy bueno. Otros libros están destrozados de tanto como los has usado. Terminará ajustándose la producción.

-Serán más selectivos.
-No crea. El monedero es el mismo, tenemos lo mismo para gastar. En el papel vamos a hacer lo mismo, pero en digital se abrirán más posibilidades, podremos producir más.

-¿La política cultural va bien encauzada?
-Hay una descoordinación absoluta. No hay competencia, y esto es lo peor que le puede pasar a un sector. Cuando llegué a este gremio vi que todo el mundo comía del pan fácil. Ése es el cáncer. A mí no me tienen que dar dinero. Yo soy empresaria y, si me equivoco, me equivoco yo. Merezco irme al paro. Es la única forma de que crezcamos. Para nosotros, la crisis ha sido la clave para sobrevivir.

-Y para los próximos años, ¿diversificación, quizás el mercado infantil?
-Yo soy disléxica. Aprendí a leer con mi hermana mayor y recuerdo que me acostumbré a leer libros que no eran de niños: Lorca, Bretch, droga dura, vamos... Ahora veo que hay niños a los que se le está retrayendo. No hay que ponerles Bob esponja a todas horas. Pueden conocer cosas que van más allá. Hecho en falta una literatura cultural distinta para ellos.

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