lunes, 27 de enero de 2014

Y Franco se quedó con la Falange

 
HISTORIA Ensayo

Joan Maria Thomàs publica 'El gran golpe', un libro en el que desentraña los mitos del 'caso Hedilla' y explica cómo el dictador se convirtió en jefe del partido único

Manuel Hedilla (sentado) y su secretario privado, José Antonio...
Manuel Hedilla (sentado) y su secretario privado, José Antonio Serrallach Julia. FAMILIA SERRALLACH


"Franco empezó la Guerra Civil como general de división y acabó como capitán general, generalísimo, jefe del Estado, presidente del gobierno y jefe del partido único, cinco puntos más que la Santísima Trinidad", dijo en una ocasión el militar e historiador Gabriel Cardona. En esa (¿resistible?) ascensión hubo un momento especialmente importante, cuando -abril de 1937- se autodesignó precisamente jefe del partido único, FET de las JONS, que creó tras someter y unificar a falangistas y carlistas. Fue "el gran golpe", según lo llama el historiador Joan Maria Thomàs, que acaba de publicar el libro El gran golpe. El 'caso Hedilla' o cómo Franco se quedó con Falange (Debate), donde el verbo quedarse tiene una divertida ambivalencia.

Franco se quedó con la Falange (y con los carlistas, que aportaron la T de Tradicionalista al nuevo partido) y la Falange se quedó sin su jefe nacional, Manuel Hedilla, sustituto de un José Antonio fusilado el anterior 20-N, pero que para sus seguidores era como el gato de Schrödinger, no estaba claro si estaba vivo o muerto, de ahí lo de "El Ausente". En el caso Hedilla coincidieron la pugna por eludir aquella unificación por arriba, en la que ya se veía que Franco se iba a quedar con todo, y la de los falangistas, divididos entre sí, que llegaron a enfrentarse a tiros y bombazos, muriendo dos de ellos.

Hedilla acabó en la cárcel y condenado a muerte (cumpliría unos años de prisión y otros de destierro), y quedaría, años más tarde, como líder y referente de una supuesta Falange Auténtica, disidente del franquismo y más obrera. La paradoja, y ésa es una tesis central del libro de Thomàs, es que "Hedilla trabajó bastante para conseguir una unificación favorable a la Falange, como así fue, y años después aparece como líder de una Falange que rechaza esa unificación", dice el autor.

Entre unos y otros

"Hedilla, que tuvo conversaciones con el entorno de Franco, y seguramente con el propio Franco, mostró buena disposición ante la unificación, fue bastante político; y esa cercanía con Franco le ganó la animadversión del otro grupo de falangistas, los cercanos familiar o profesionalmente a José Antonio, aunque éstos muy pronto pactaron y aceptaron cargos en el nuevo partido FET de las JONS", dice Thomàs, apuntando a lo que señalaba un viejo chiste, que Pilar Primo de Rivera, mujer ahorradora, se había hecho un sostén con la camisa de su hermano.

Porque los que no querían la unificación acabaron dentro y beneficiándose, y el que la quería y trabajó por ella (Hedilla), se quedó fuera y represaliado. "El gran error de Hedilla fue aceptar las presiones de ese grupo, los que más tarde se llamarían a sí mismos legitimistas. Podría haber trabajado a favor de la Falange dentro del nuevo partido", añade Thomàs. Pero en los enfrentamientos entre Hedilla y los suyos y el grupo de Pilar Primo de Rivera, Sancho Dávila, Agustín Aznar, Rafael Garcerán, había también algo de componente de clase.

Los segundos eran más señoritos (aunque José Antonio hubiera dicho, o eso se le atribuye, que el señorito es la degeneración del señor) y Hedilla era otra cosa. "No era propiamente obrero", explica Joan Maria Thomàs, "pero tampoco un intelectual, era simplemente un jefe provincial (sin provincia, porque Santander estaba todavía en poder de la República), austero, honesto, con buenas relaciones con los militares, y cuyo discurso obrerista es el de la Falange, que se tiene a sí misma por revolucionaria y no conservadora".

En cuanto a Franco, dice Thomàs, "quiso crearse una masa adicta, para lo cual necesitaba al partido único; al final de su régimen, los más fieles a él son los falangistas". "Franco llegó para quedarse, no quiso ser un Miguel Primo de Rivera, y una de las patas de su poder fue el partido único", aquella Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, que creó por decretazo en abril del 37 mientras algunos falangistas se liaban a tiros entre ellos.

Publicado en El Mundo.
http://www.elmundo.es/cultura/2014/01/26/52e54173e2704eec598b4581.html

jueves, 23 de enero de 2014

8 DE FEBRERO, TODOS CONTRA LA CORRUPCION.

Rafael García Serrano censurado y olvidado por los suyos.

20 de enero de 2014 
OLVIDADO… POR LOS SUYOS

Un navarro maldito para todos, inolvidable para muchos 
Por Pascual Tamburri.



Rafael García Serrano, censurado después de muerto por unos y por otros, es la mejor prueba de la injusticia radical de la "memoria histórica" creada por Zapatero y mantenida luego.

Rafael García Serrano, censurado después de muerto por unos y por otros, es la mejor prueba de la injusticia radical de la "memoria histórica" creada por Zapatero y mantenida luego.


Rafael García Serrano murió en octubre de 1988 y se cumplieron 25 años de su muerte sin que ni siquiera en su Navarra querida se le recordase conforme a sus méritos. De hecho, en Navarra hubo un estruendoso silencio en los medios culturales oficiales y oficiosos. Porque es uno de los autores malditos pero inevitables de la prosa española del siglo XX. Vanguardista en géneros, temas y rumbos y castigado por sus ideas, muchos le deben mucho. El rencor de unos, la cobardía de otros y la ignorancia de casi todos se unen para que escritores con méritos mucho menores le sigan aún hoy siendo preferidos en los medios públicos y semipúblicos.

García Serrano (padre) participó en aquella vanguardia universitaria que puso cara a la falange de los primeros pasos. Simplemente eso, considerando qué pocos fueron, qué duros fueron los tiempos y que era nacido en la siempre difícil Pamplona, sería bastante para recordarlo. Pero además convirtió la vanguardia de ideas en vanguardia literaria, y toda una generación quedó marcada por su Eugenio. Es verdad que ´Eugenio, o la proclamación de la Primavera´, ya no aparece mencionado ni en los manuales de literatura española, pero no es menos cierto que esa censura responde a razones políticas y no a que nadie se atreva a negar la calidad y originalidad de la obra o de su autor. Es sólo una injusticia más del tiempo que vivimos, una que no sucedería si Rafael García Serrano se hubiese hecho comunista en 1935, o si hubiese descubierto sus anhelos democráticos en 1975.

Durante el franquismo Rafael García Serrano trabajó, y no especialmente bien pagado, como periodista y como escritor. Siempre innovador, siempre atrevido, siempre leal a sí mismo, vio cómo muchos hicieron fortuna a su alrededor y vio cómo muchos de los mismos medraron aún más cambiando de opinión política justo a tiempo. Él no lo hizo.

Si Eugenio marcó una época, La Fiel Infantería y todo el ciclo literario de García Serrano sobre la Guerra de 1936 marcaron otra. Estamos acostumbrados a pensar en aquellos tres terribles años como si sólo pudiesen entenderse como una película de buenos y de malos a la luz de la Ley de la Memoria Sectaria de José Luis Rodríguez Zapatero, pero cualquiera que lea a García Serrano verá aún hoy que no es así. Buenos o malos, los españoles resolvieron en el campo de batalla sus problemas, y es indignante ver cómo se priva a los españoles del siglo XXI de la posibilidad de comprender qué hicieron sus bisabuelos. Conozco a unos cuantos biznietos navarros de los compañeros de aventuras del alférez García Serrano en aquellos Tercios y Banderas que no saben qué hicieron sus ancestros, y que se avergonzarían si lo supiesen… puesto que han crecido y sido educados en una región y en un país donde los libros de Rafael García Serrano son tabú. No deben serlo. Y esto lo digo y lo firmo desde "su" Olite, donde no han querido dedicarle ni calle ni plaza, ni avenida ni fuente (probablemente no es sólo que no lo quieran, sino que no lean).



Publicado en:  http://www.elsemanaldigital.com/blog.asp?idarticulo=133304&cod_aut=

lunes, 20 de enero de 2014

EL FIN DE LA LITERATURA por Javier Reverte

Por su indudable interés y actualidad reproducimos la Tercera de ABC de Javier Reverte publicada el 19 de Enero de 2014.

"Ladrones internautas, políticos pusilánimes – cuando no cómplices del latrocinio–, compañías de telefonía que facilitan las herramientas del robo, editores sin fe, lectores sin sentido crítico, escritores desalentados... ¿el fin de la literatura? Corresponde al buen lector entrar ya mismo en la defensa de algo que es tan suyo como de quienes escribimos." Javier Reverte.

HACE unas semanas, el escritor Javier Marías se quejaba y arremetía contra la piratería de libros electrónicos, contra las grandes compañías de telefonía que facilitan el uso de la banda ancha y contra el beneplácito, que llamaba «vengativo», del actual Gobierno. Y echaba c uentas , c on su propio ejemplo, del dinero que podemos perder los escritores, o mejor: del que nos roban.

JAVIER MUÑOZ
Tenía razón en sus argumentos. Pero yo creo que se quedaba corto. El problema de fondo reside, no tanto en que se delinca impunemente contra la propiedad intelectual y que vivir de la literatura se vaya a convertir –o se haya convertido ya– en un oficio i mposible. El problema es que se está matando la cultura. Y yo no alcanzo a estar seguro de si todos los factores que confluyen en esa penosa realidad son fruto de la casualidad o forman parte de una conjura perfectamente orquestada. Porque muy a menudo el poder político y el económico han considerado a la cultura en general y al escritor en particular como un adversario, sobre todo cuando no se somete a las leyes del pesebrismo.

La primera amenaza reside en el miedo de l os gobernantes a l os internautas. Las redes sociales han tumbado gobiernos o, al menos, los han puesto en crisis. Y son muchos los políticos que hacen lo posible por no irritarles. Recordemos la victoria de Zapatero tras el 11- M, cuando todo i ndicaba que el triunfo del PP podía resultar arrollador. El PP perdió por una mentira, pero la mentira fue muy bien manejada por sus oponentes en las redes sociales. ¿Y qué sucedió? Cuando Zapatero hubo de enfrentarse al latrocinio que supone la piratería, no se atrevió a plantar cara a sus supuestos aliados. Vencieron los ladrones porque Zapatero les temía.

Y el ministro Wert tampoco se ha atrevido a plantarles cara. Si una vez nos vencieron, ¿por qué no pueden hacerlo una segunda?, bien puede preguntarse. O quizás su argumento tenga un fondo de mayor sutileza: ¿qué debo yo a los escritores, a los artistas y a los creadores?, puede preguntarse. Me zahieren, me critican, me consideran un enemigo del pensamiento, intentan ridiculizarme... Pues que les zurzan.
La segunda amenaza, ya una realidad, l a provocaron una serie de escritores que se calificaban a sí mismos como « progresistas » y que inventaron esa estúpida idea de que la cultura es « l i bre » , o sea: gratuita. Eran escritores ricos, gracias a sus méritos, desde luego. Pero que olvidaron algo esencial: que no todo el mundo se hace rico escribiendo. Vistieron galas de encendidos rebeldes, convencieron a los ladrones de que robar cultura es de justicia y, cuando se arrepintieron, ya era tarde. No diremos sus nombres por pudor y porque alguno de ellos ya está en la huesa.


Luego toca el turno a las grandes editoriales. Ante la crisis de ventas, entienden que sus beneficios no deben descender, porque después de todo l o suyo es un negocio. ¿Y cómo lograrlo? Destinando el grueso de su esfuerzo y de su i nversión a valores seguros – aunque también hayan descendido sus ventas por causa de la piratería–, a esos escritores que conocemos como «best-sellers», de los que Marías cita en su artículo a Dan Brown, Ken Follet y Paulo Coelho. Ello se traduce en dos cuestiones: la primera, que esas editoriales no arriesgan por nuevos valores; la segunda, que bajan los adelantos de los autores, llamémoslos así, de franja media. La figura del sabio editor, cómplice principal del escritor, ha pasado a la historia..., como pasó la del pequeño y culto librero, otro gran cómplice del autor. El escritor está hoy más solo que nunca y tan cerca de la ruina como quizás jamás lo estuvo.

Y aquí surge una nueva amenaza, que no es otra que la aceptación por parte del lector de dos hechos: que robar es plausible y que la literatura es sencillamente un pasatiempo, una forma de entretenerse. Hace unos meses, el escritor Eduardo Lago decía en un artículo que la literatura es una cosa y el « best- sel l er » es otra muy distinta, aunque nos lleguen ambas con el mismo formato. Tenía razón. Creo que todo el mundo está en su derecho de escribir lo que le dé la gana y de leer lo que le apetezca. Pero, ojo, el papel de la literatura, como el del arte en general, trasciende el entretenimiento y su objetivo principal no es el placer de hacerse rico, como lo es para el autor de «best-sellers » . Desde siempre, la literatura ha sido una forma de tratar de explicarse el mundo, un medio de reflexión sobre la vida y una manera de educar. Nunca podremos meter en el mismo saco a Dan Brown y Albert Camus, a Paulo Coelho y a Graham Greene, a Ken Follet y a Gabriel García Márquez.

Es posible que, en un día no muy lejano, los que escribimos por placer, con distintos objetivos a los del «best-seller» –con mayor o menor talento; pero desde luego con otra voluntad–, no podamos hacerlo o decidamos que no queremos ya publicar: porque algunos lo haremos. Y tal vez suponga el fin de muchas cosas: de la fe del hombre en el hombre, del afán por ordenar el caos, del empeño por hacer inteligible la existencia, de la lucha por dotar de un sentido moral a la vida, del placer de crear... A principios del siglo XX, Theodor Mommsen, el autor de la monumental «Historia de Roma» y premio Nobel del año 1902, escribía: « Cuando el hombre ya no encuentre placer en el trabajo y trate sólo de alcanzar sus placeres cuanto antes, entonces sólo será casualidad que no se convierta en un delincuente».

Ladrones internautas, políticos pusilánimes – cuando no cómplices del l at r oci ni o–, compañías de telefonía que facilitan las herramientas del robo, editores sin fe, lectores sin sentido crítico, escritores desalentados... ¿el fin de la literatura?Corresponde al buen lector entrar ya mismo en la defensa de algo que es tan suyo como de quienes escribimos. 

 JAVIER REVERTE ES PERIODISTA Y ESCRITOR

sábado, 18 de enero de 2014

CONVOCADO EL PREMIO DE POESÍA LUYS SANTAMARINA 2014

LA AC. PUEBLO Y ARTE DE CIEZA CON LA COLABORACIÓN
DE LA ASOCIACION CULTURAL ADEMÁN, DE SEVILLA,  CONVOCA SU XIX PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA
“LYUS SANTAMARINA”

con arreglo a las siguientes BASES

1- Podrán participar todos los poetas que lo deseen, de cualquier nacionalidad, con un sólo trabajo inédito, en español y que no haya sido premiado en ningún otro certamen literario

2.- Las obras serán presentadas mecanografiadas, a doble espacio, o por ordenador, a una sola cara en tamaño A4, por cuadruplicado y grapados,. Se ajustarán a una extensión mínima de 600 versos y máxima de 1000.

3.- Los poemarios tendrán que enviarse por correo postal antes del Día 1 de abril de 2014 haciendo constar en el exterior la indicación del premio a la siguiente dirección: No se admitirán los envíos por ordenador.

XIX PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA
LUYS SANTAMARINA 2014
A:C: Pueblo y Arte.
Tlf. 868 96 00 37  -  663 36 56 54
Apdo. De Correos 217 -30530-Cieza (MU) España

4.- El Premio Internacional de Poesía está dotado con 750 Euros y la publicación en primera Edición bajo derechos de la A.C. Pueblo y Arte, que convoca  este certamen.

5.- Los trabajos se presentarán al concurso, en su modalidad de PLICA. Remitiendo en un sobre los poemarios, e introduciendo otro sobre, menor, con la ficha personal del autor,. No de cuenta, tel. de contacto y dirección postal o electrónica.

6.- El fallo del Jurado, que será inapelable, se hará publico en un acto  organizado y anunciado oportunamente por la Asociación, alrededor del Día del Libro, abril de 2014, pudiéndose conceder a juicio del Jurado, un máximo de dos Accésit (Diplomas acreditativo), sin dotación ni publicación de los mismos.

7.- Los autores premiados serán informados inmediatamente, así como la fecha de presentación de la obra ganadora en lugar y fecha indicada a tiempo. El hecho de participar en esta Convocatoria, implica la aceptación de las presentes Bases.


                                   CIEZA, 21 DE NOVIEMBRE DE 2013



('La urdidumbre del tiempo' del poeta José María Antón, obra ganadora en 2013)

Hablando en inglés (Miguel Ángel Loma en ABC el 17/1/2014)


(El autor del artículo, Miguel Ángel Loma)

En la entrevista de Juan Pedro Quiñonero al ensayista, editor y analista francés, Guy Sorman, éste -como muestra de lo absurdo de las «pretensiones catalanas»- (aunque se refería a la parte de los catalanes que son separatistas) nos relataba la anécdota de que estando en Barcelona, en la inauguración de la presentación de la obra de un disidente chino, coincidió con «los alcaldes de Barcelona y Madrid... ¡que se hablaban en inglés! El catalán no quería hablar español, y el madrileño no quería hablar catalán. ¡Algo absurdo!». La anécdota admite más de una interpretación, y el hecho de que ambos alcaldes se comunicasen en inglés, no es simplemente absurdo, sino algo mucho más grave. Pero salvo que Sorman confundiese como alcalde de Madrid al ex presidente de Gobierno José María Aznar (que decía hablar catalán en la intimidad), no le resultará fácil encontrar a un alcalde madrileño que sepa hablar esta lengua de España, como para comunicarse fluidamente con un catalanoparlante. Aunque enseguida conviene aclarar que un alcalde de Madrid tampoco tiene obligación de conocer el catalán. Y otra interpretación que admite tal anécdota es que a veces otorgamos demasiada importancia a la opinión que tienen sobre nosotros personas muy inteligentes, pero que desconocen realidades sociales muy básicas de nuestra Patria


viernes, 10 de enero de 2014

ACTO DE LA ASOCIACION FERNANDO III EN SEVILLA SOBRE SIRIA

Mercedes Formica, dama oscura




EM2 | CULTURA
Desavenencias
Título de la foto
Mercedes Formica, a la derecha, en un homenaje que se le tributó en la Residencia de Estudiantes.
EFE
A mediados de los pasados 80, el tangerino Emilio Sanz de Soto (amigo de Paul y Jane Bowles, de Ángel Vázquez y de todo aquel mundo internacional) me dijo que le habían presentado a una mujer, ya mayor, pero magnífica: Mercedes Formica (1916-2002).

Yo nada había leído de ella, pero el nombre me sonaba. ¡Pero claro, replicó Emilio, es la que dicen que fue novia de José Antonio Primo de Rivera! El dato, por entonces, no me entusiasmó. Pero no mucho después, Emilio me presentó a Mercedes Formica, una guapa y elegante señora andaluza, que probablemente siempre vivió bien, pero que tuvo inquietudes feministas y literarias. Mercedes ("señora bien" y de derechas) fue, de algún modo, una perdedora.

Conmigo era muy gentil, me regaló algunos de sus libros de Historia como María de Mendoza (1979) sobre la amante principal del bello D. Juan de Austria. E hizo más, organizó una firma de mis libros en el rastrillo de Nuevo Futuro, donde la hermana del Rey, muy solícita y en delantal, me sirvió una naranjada. Yo conocía ese mundo, pero no me gustaba. Mercedes (una liberal demócrata pero de derechas) parecía condenada a él.

En efecto, de joven, se afilió a Falange Española, y José Antonio le otorgó responsabilidades. Era "el fascismo de izquierdas" que hablaba de "justicia social" y no de "caridad". Mercedes (chica bien, con inquietudes feministas) se entregó a la causa, hasta que la sintió traicionada por Franco, en lo que llamaba "el albondigón" es decir el decreto de unificación de FET y de las JONS, o sea, falangistas con tradicionalistas, para Formica algo infumable.
Creía que Franco pudo salvar la vida de José Antonio pero no quiso, y todo ello se deja sentir en los dos libros de memorias que publicó Visto y vivido y Escucho el silencio que ahora publica unidos Renacimiento, como Memorias. 1931-1947.


Novelista, feminista, universitaria, mujer libre y que quiso la libertad de todas, el drama íntimo de Mercedes -nunca olvidaré lo bien que manejaba un gran abanico- es que teniendo muchos "enchufes" con el poder, no era franquista y es más, consideraba al inquilino de El Pardo como traidor a los ideales joseantonianos.

Era una dama a la que los suyos miraban como "especial". Pero claro (y el drama nace de la fricción de opuestos) los de enfrente, la izquierda en su más amplio sentido, sentía que Formica -si no novia, era muy guapa, amiga de José Antonio- se había equivocado de bando, si tenía -y era verdad- inquietudes sociales.

Es una escritora notable (historiadora o novelista) que se quedó, como tantos, sin su España. Ella pertenece también a esa soñada y querida "tercera España" -la de Juan Ramón o Cernuda- que no terminamos de ver llegar. Sí, Mercedes Formica no era para nada (bastaba su libertad al oírle hablar para comprobarlo) una señora del Régimen. Pero -hay que decirlo- tampoco abandonó el paraguas de la derecha para cruzar la calle, por lo menos a la mitad.

Era simpática, abierta, culta, libre, criticaba a la Iglesia y a Franco, pero se quedó sin cruzar. Merece el rescate. Decía: "el sueño no pudo ser." Era verdad.

sábado, 4 de enero de 2014

Regalar libros

Antonio Rivero Taravillo
Publicado en El Mundo 3/1/14

Es cierto que no todos los libros mejoran a quienes los leen. Ahí están los escritos de los tiranos, que son más bien una justificación de sus atrocidades y porque se ponen a sí mismos en ridículo dudo que haya que prohibirlos. El Estado de Baviera sigue negándose a que se reedite Mi lucha, de Hitler, cuando una lectura desprejuiciada no puede sino alejar al lector de aquellos postulados fanáticos. También están los libros de las sectas y las religiones nocivas (habrá quien diga que lo son todas pero sin embargo se acoja a algún autor ateo no menos perjudicial). Recuerdo ahora que un autor de obras de ciencia ficción devino profeta de una pamplina que tiene gran predicamento entre los actores desnortados. De la bondad de la tal «religión» salí de dudas cuando una tarde que diluviaba un seguidor suyo apostado en un portal me quiso vender su biblia y para cobijarme entré en su tabuco; como no accediera, el apóstol aquel me sonrió de una manera que no era en absoluto beatífica, sino la expresión de que se alegraba de que, al abandonar su cuchitril propagandístico, volviera yo al aguacero y me pusiera como una sopa.
Pero una cosa hay que conceder a los volúmenes vendidos en librerías: que, por malos que sean, si se venden mucho pueden contribuir a que el establecimiento siga abierto y que, con el beneficio que generan unos cuantos títulos puedan seguir ocupando su lugar en el estante aquellos más minoritarios y de calidad superior sin los cuales la oferta cultural se empobrecería.
En Sevilla sigue habiendo, además de las grandes superficies, muy buenas librerías. Pienso en Palas, en Céfiro, en Birlibirloque, en la Extra Vagante, en Reguera, y me pongo elegíaco con Al-Andalus, que va a cerrar. Aquí, donde se lee menos que en otros lugares, el libro como regalo supone un importante repunte en la facturación, cada vez más anémica. Por eso es bueno regalar libros, para que las ventas de estos días permitan que las librerías se mantengan abiertas todo el año. En esto el libro digital aún no ha podido hacer sombra al de papel. Entregar un volumen envuelto para regalo es algo irreemplazable. Y un acto de amor, porque obliga a ponerse en el lugar del otro, a pensar en sus intereses.
Frente a la pantalla que todo lo iguala y para la que, además, solo están disponibles los grandes éxitos de la narrativa pero rara vez los ensayos y la poesía, opongamos las ediciones cuidadas, la variedad, la riqueza. Una riqueza que, paradójicamente, cuesta muy poco dinero.