lunes, 3 de marzo de 2014

"En 35 años la única versión de la guerra civil ha sido la de la izquierda"

Sonsoles Fernández de Córdoba

"En 35 años la única versión de la guerra civil ha sido la de la izquierda"

La escritora presenta hoy su primera novela, 'En la soledad y en la guerra', con la intervención en el acto de Luis María Anson, de la Real Academia Española.


FERNANDO DÍAZ DE QUIJANO | 08/10/2013 

Sonsoles Fernández de Córdoba.

En los últimos años se han publicado incontables novelas ambientadas en la Guerra Civil, siempre desde la perspectiva del bando republicano. La abogada y ganadera Sonsoles Fernández de Córdoba (Madrid, 1952) se ha atrevido a contradecir esta tendencia en su primera novela, En la soledad y en la guerra (Libros Libres), con un enfoque abiertamente de derechas y mucha documentación, procedente en parte de su archivo familiar. Así, la autora reconstruye unos hechos que hoy apenas tienen eco en nuestra literatura, al relatar la pesadilla de una familia de tradición castrense y monárquica atrapada en el Madrid republicano.

La novela es, ante todo, un homenaje al estamento militar, sin importar la ideología. No en vano, el personaje más importante de la novela, que mantiene un romance imposible con Isabel, la protagonista, es Joaquín Pérez Salas, un comandante de Artillería de la República que jugó un papel fundamental en el campo de batalla y antepuso sus principios a cualquier consigna política. Su independencia moral le costó ser menospreciado por su propio bando y al acabar la guerra fue fusilado por negarse a renunciar a sus ideales republicanos.

Pregunta.- Detrás de la novela se ve que hay mucha documentación y un tono autobiográfico. ¿Qué documentos ha consultado para recrear los hechos históricos que relata?
Respuesta.- El drama de la Guerra Civil me ha interesado siempre muchísimo, pero sólo lo conocía en sus términos generales, y algunos hechos y anécdotas por el testimonio oral de familiares. En los últimos años, he leído prácticamente todos los testimonios escritos de los protagonistas más relevantes de la guerra, y quizás más aún del bando republicano que del nacional, además de consultar el punto de vista de los historiadores. También,  la documentación familiar me permitió conocer situaciones y aspectos que son, en general, desconocidos.

P.- ¿Es la historia de su familia?
R.- No estrictamente, aunque multitud de sucesos y anécdotas sí lo son, incorporados a los  personajes de la obra, que unos sí son familiares y otros son ficción.

P.- Hay en la novela un claro homenaje a los militares de uno y otro bando, como “gente de honor”. ¿Qué representa para usted el estamento militar?
R.- Yo procedo de una familia militar, es lo que he visto toda mi vida. Valoro enormemente  sus principios, las normas que rigen su comportamiento: la lealtad, el espíritu de sacrificio y de servicio, el honor, el valor, el amor a España... Todas esas cosas que hoy día son términos en desuso. Me gustan igual estén en un bando o en otro, o en la Royal Navy. Para mí los militares representan lo mejor de nuestra sociedad y me encanta rendirles un homenaje a través de esta novela. Se lo merecen.

P.- De la novela se desprende que la guerra no podía dar lugar al Estado que querían los militares de un bando ni de otro... Ni una monarquía parlamentaria, ni una república de ley y orden. ¿Es así?
R.- Si hubiera ganado el bando republicano, se habría llegado a un régimen comunista con entera seguridad, porque era la facción que detentaba el poder en ese bando a través de su supremacía absoluta en los Ejércitos. Y más aún habiendo ganado la guerra por la ayuda de la Unión Soviética. España se habría  convertido en un país satélite más de la URSS, como ocurrió con otros países tras la Segunda Guerra Mundial. En el supuesto de victoria de los nacionales, creo que las cosas podrían haber sido de otra manera. Tras un período de normalización y de reparación de daños, necesario para olvidar y distanciarse de la guerra, se podría haber iniciado un proceso de evolución hacia una monarquía parlamentaria. Los monárquicos lo intentaron, pero Franco y Falange no lo permitieron.

P.- ¿Cómo dio con el personaje de Joaquín Pérez Salas? ¿Era en la vida real tan honorable como usted lo retrata? ¿Cómo le ha tratado la Historia?
R.- Sobre todo a través de los testimonios escritos de compañeros suyos militares, también de algún político, de su hermano Jesús y otros testigos, que son algunos de los hechos que se relatan, sin una sola concesión a la imaginación. Sólo, por supuesto, en lo relativo a la historia de amor con la protagonista, que es todo ello ficción. Y creo que fue tan honorable, tan valiente y buen militar como le retrataron sus compañeros republicanos, pues también lo afirmaban militares y civiles del otro bando como Queipo de Llano, Joaquín Arrarás o Rafael García Serrano. Era además una buena persona, y lo demostró ayudando y librando de la muerte a multitud de personas del bando nacional. Los testimonios de mucha gente después de la guerra así lo avalaron. Dentro del ámbito republicano, y a pesar de ser el mejor jefe de Artillería de su ejército, los historiadores no le prestaron ninguna atención porque no era comunista. Se caracterizó por su claro enfrentamiento con los comunistas y con los comisarios políticos porque no permitía ni el proselitismo ni la política en sus unidades, y además les resultaba “sospechoso” porque evitaba represalias y asesinatos. La Historia no le ha hecho ninguna justicia porque no coincidía con la línea ideológica marcada por los que la han manejado, crean opinión y elaboran a sus propios héroes o villanos.

P.- ¿Con esta novela ha pretendido “compensar” el exceso de novelas que proliferan en la actualidad sobre la Guerra Civil con un enfoque de izquierdas? ¿Es un modo de decir que no todo fue “blanco o negro”?
R.- No, esta novela no pretende compensar nada, pretende contar realidades, verdades que hoy día no se conocen. Y está contada claramente desde la visión de unos personajes de derechas. Pero con la crítica a los errores de su propio bando no se trata de decir que no todo fue “blanco o negro”, se trata de contar la verdad y reconocer los errores de su lado. No se trata de hacer algo “políticamente correcto”. Y de otra parte, es imposible compensar nada con esta novela porque en los últimos 35 años no ha habido más que una versión: la de la izquierda.

P.- Dentro del bando nacional, se ensalza a los monárquicos y se reniega de los falangistas, a quien se describe como bestias. ¿Qué opinión tiene de las distintas facciones que conformaban el bando nacional?
R.- Los falangistas -de ideario fascista- no sacaron ni un solo escaño en las elecciones de 1936, por tanto su peso entre la gente de derechas era totalmente irrelevante. La mayoría de la derecha estaba formada por votantes de la CEDA, partido republicano de derechas, por el Bloque Nacional, partido monárquico de derechas, y por los Tradicionalistas, que reclamaban el trono para Alfonso Carlos de Borbón. Ante la presión del Frente Popular y de los desmanes que se cometían, la respuesta violenta fue la de los falangistas. Y como no podía ser de otra forma, a medida que la violencia se agudizaba, las posiciones se giraban hacia los extremos. Durante toda la guerra la política activa fue la de Falange y los Tradicionalistas. Además, Franco disolvió -mediante el Decreto de Unificación- todos los demás partidos, que representaban precisamente la derecha liberal-conservadora, y no quedaron más que dos partidos legales: Falange y los Tradicionalistas, que impusieron su ideología. Parte de la gente de derechas compartió su ideas, otros no.

P.- Con el personaje de Joaquín Pérez Salas, que representa un ejemplo de integridad moral, o Consuelo, la miliciana de CNT que salva la vida a las protagonistas, parece que ha querido “equilibrar” de algún modo la balanza del bien y del mal en su novela.
R.- No, en absoluto. El personaje de Joaquín Pérez Salas es precisamente el que me invita a escribir este relato y a contar su historia, por ser tan estupendo y tan desconocido. No había ninguna intención: era su historia, la de un buen militar republicano. Por otra parte, y en mi empeño de contar verdades, el personaje de Consuelo -nombre figurado- es absolutamente real. Se enamoró de un familiar y eso le salvó la vida a varias mujeres de mi familia. Todos mis familiares lo saben porque nos lo contaron repetidas veces, así como que esos mismos familiares a los que protegió fueron las únicas personas que, en su momento, testificaron a su favor, por ese motivo. Me costó mucho contar ese episodio por varias razones, pero entre otras la de que, precisamente, podía parecer que se trataba de “equilibrar”. Pero como trataba de contar verdades, allá fue.

P.- ¿Quién tuvo más culpa del terror que se vivió en Madrid, ¿los milicianos o los gobernantes de la República?
R.- De los hechos violentos en sí  al comienzo de la revolución, tanto en Madrid como en otras ciudades, la culpa fue de los milicianos. Pero del  origen y de las causas de esa violencia, la culpa fue de los gobernantes de la República. Unos, los representantes del PSOE, PC Y CNT, por acción, porque  desde 1934 animaban a la violencia física contra la gente derechas, llegando incluso a su “eliminación”. Otros, por omisión: los Partidos Republicanos, que en la alternativa entre mantener el orden y la ley o dejar hacer su política revolucionaria al resto de los partidos del Frente Popular, optaron por éstos y no hicieron nada para evitar la violencia y la revolución.

P.- ¿Publica esta novela sin complejos por el qué dirán? ¿No le preocupa contradecir la opinión mayoritaria que hoy se tiene de la guerra civil?
R.- No sólo no me preocupa, sino que estoy encantada de contradecir la opinión mayoritaria, formada por el desconocimiento absoluto que la mayoría de la gente tiene  de lo que aquello fue y de sus causas.


Publicado en El Cultural.

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