jueves, 29 de septiembre de 2011

Nuevo libro de Lorenzo Silva: "Es maniqueo pensar que las etiquetas te convierten en ángel o demonio"

Lorenzo Silva

Lorenzo Silva

"Es maniqueo pensar que las etiquetas te convierten en ángel o demonio"

Fernando DÍAZ DE QUIJANO | Publicado el 20/09/2011en El Cultural de El Mundo

La editorial Destino publica su novela 'Niños feroces'.

Un año después de la última entrega de las peripecias de los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro y su ensayo sobre la historia de la Benemérita, Lorenzo Silva (Madrid, 1966) vuelve a la palestra literaria con Niños feroces. Ficción y documentación convergen de la mano de Lázaro, escritor novel, para contar la historia de un voluntario de la División Azul que acabó defendiendo Berlín con el uniforme de las Waffen-SS.

Pregunta.- ¿Qué lleva al personaje de Jorge a alistarse en la División Azul y, sobre todo, a alistarse en el ejército alemán para defender Berlín?
Respuesta.- La primera decisión es más fácil de entender, mientras que la segunda es más opaca. En la División Azul se alistaba gente muy joven, muy fanatizada y con un fervor anticomunista muy profundo que tenía raíces ideológicas o, como en el caso de Jorge, personales: detienen a su padre delante de sus narices y luego lo fusilan los comunistas en Paracuellos. Así que lo que hace, en cierto modo, es vengarle. Hubo muchas historias parecidas y casos de jóvenes que no habían podido combatir en la Guerra Civil porque eran niños y sentían que tenían esa cuenta pendiente. También hubo mucha gente que se apuntó por hambre o para purgar determinadas faltas, además de otro tipo de personas que yo llamo soldados crónicos, porque empezaron a guerrear muy jóvenes y ya no sabían hacer otra cosa. La segunda decisión de Jorge es más difícil de entender. Hubo, no obstante, más de medio millar de españoles que tomaron la misma decisión. Eran, al igual que los primeros, jóvenes anticomunistas, que vieron como una traición que Franco dejara de apoyar a Hitler en 1944. Jorge, por su parte, siente que la venganza de la muerte de su padre aún no está saldada y que su lugar está en el frente, no en una paz que él considera cobarde.

P.- El personaje de Lázaro se acerca a Jorge para escribir su historia. ¿Consigue comprenderle?
R.- Comprender es una palabra peligrosa, porque parece que incluye la justificación. De hecho, el propio Jorge, ya anciano, no se justifica. Es muy consciente de que se equivocó, y le preocupa más tener que vivir con la memoria de lo que han hecho y visto. Lázaro, por tanto, no intenta comprender a Jorge sino explicarse sus motivaciones y tratar de descubrir todo lo que ese personaje tiene de vulnerable y frágil, ya que no acabó siendo un SS por su fortaleza, sino por las heridas que arrastraba y su personalidad rota desde la infancia.

P.- Entonces, ¿se puede llegar a coger cariño a este protagonista?
R.- Jorge es un ser humano no es especialmente innoble. Es maniqueo pensar que una etiqueta te convierte inmediatamente en un demonio y otra en ángel, cuando la realidad humana lo desmiente todos los días. En el libro cito el ejemplo de Günter Grass, que en su autobiografía de 2007 habló de su pasado en las Waffen-SS cuando era prácticamente un niño. Cuenta cómo le sedujeron los noticieros que veía en el cine, y luego ha sido lo que ha sido, no es precisamente un monstruo o un personaje demoníaco. Los alemanes han hecho un esfuerzo que aquí deberíamos empezar a hacer. Eso no significa justificar el nazismo, arrastran su madero pesadamente y deben hacerlo, porque es de justicia que lo hagan.

P.- ¿Cómo valora el aterrizaje de Amazon en España?
R.- Es interesante porque Amazon aporta una manera distinta de vender libros. Es bueno que el consumidor español se acostumbre a manejar una herramienta así, porque eso elevará su nivel de exigencia y hará que los empresarios españoles también espabilen. No creo que sea la panacea, ni algo revolucionario, pero sí está bien como modelo a examinar por los demás. Lo queramos o no, las tiendas de libros serán digitales, tanto para libros en papel como digitales, y hay que aprender a hacerlas.
                                                                                                                                                                                    
P.- El mes que viene se celebra la nueva edición de Getafe Negro, de la que usted es comisario. ¿Cuáles son los platos fuertes este año?
R.- No lo puedo decir de momento, pero sí puedo adelantar que vamos a tener una muy buena embajada italiana, que es el país protagonista este año, y destacaría que vamos a tener a autores muy importantes de otros países. La cosecha española de este año también es muy rica, por el nivel de los autores y el interés de los temas, que son novedosos, oportunos, muy del momento, y originales. Algunos de los títulos no han sido reconocidos por aún por el público ni la crítica y desde el festival esperamos contribuir a que así sea.


http://www.elcultural.es/noticias/BUENOS_DIAS/2106/Lorenzo_Silva

lunes, 26 de septiembre de 2011

PIO MOA POLEMIZA CON JAVIER VILCHES A CUENTA DE LA DIVISION AZUL

COMO CONTINUACION A LA ANTERIOR ENTRADA EN LA QUE DABAMOS CUENTA DE LA VISION DE JAVIER VILCHES SOBRE LA DIVISION 250, ADJUNTAMOS ESTA ENTRADA DEL BLOG DE PIO MIO DANDOLE CUMPLIDA RESPUESTA DESDE LA DIVERGENCIA.

Es obvio que una discusión seria no puede hacerse sobre la base de “pues me dijo mi tío que es guardia civil que les obligaban a ir a la División Azul”. Eso puede servir para las típicas chorradas de  barra de bar, pero no en este blog. La prueba más palpable del carácter voluntario de la División está en su comportamiento en condiciones tan duras, y en la práctica ausencia de desertores.
   Obsérvese también que sobre el problema demográfico nadie ha dicho una palabra. No preocupa, parece ser.
El historiador Pío Moa

La División Azul de Vilches

22 de Septiembre de 2011

El señor Vilches parece empeñado en escribir cosas raras, quizá por mala información (parece seguir a Preston y eso es muy poco recomendable a estas alturas). Si hubiera leído, por ejemplo, mi libro Años de hierro,  habría evitado caer en ciertos dislates como los de su último artículo sobre la División Azul. Creo que es bueno el debate en una publicación liberal (no hay liberalismo sin debate), por lo que veré de aclarar algunos tópicos corrientes y poco reales en los que sigue incurriendo bastante gente.
 
   Afirma Vilches, al exponer el mensaje de Franco a Hitler tras la derrota del ejército franco inglés en 1940: “El Führer no estaba dispuesto a aceptar las condiciones materiales y territoriales que el Caudillo exigía para entrar en guerra”. En historia, la cronología es fundamental, y Vilches confunde dos momentos distintos: en aquel momento no había condición alguna, solo un ofrecimiento muy general, y a Hitler no le importaba la ayuda española porque creía que Inglaterra pediría la paz y porque dejaba el Mediterráneo como esfera de acción de Italia. Sería más tarde cuando Hitler se interesara (¡y mucho!) por la ayuda española y cuando Franco le presentara condiciones imposibles de cumplir para Alemania. La versión de Vilches tiene además un fallo de omisión en que incurren casi todos los historiadores: debe recordarse siempre que Franco había declarado su neutralidad ya en 1938, y la reafirmó al ser invadida Polonia. ¿Por qué cambió de postura a la caída de Francia? ¿Y por qué, poco después, volvió a cambiar y a exigir tantas cosas a Hitler? De ello puede informarse el señor Vilches en Años de hierro, porque no puedo repetir las mismas cosas eternamente.
 
  Y Churchill no amenazó con nada. Simplemente redujo a la mitad los suministros de petróleo y otros materiales, llevando el hambre a los españoles, y al mismo tiempo prometió e hizo lo imposible por mantener a España fuera de la guerra. Aunque la decisión nunca dependió de él ni de los generales supuestamente sobornados por Hillgarth, sino en todo momento  de Franco.
 
   Como nadie ignora, tampoco el señor Vilches, cuando la invasión de la URSS por Alemania se formó en España la División Azul. Él dice que a Hitler le pareció insuficiente, pues quería la entrada de España en la guerra (que a aquellas alturas ya le importaba mucho menos) y casi da a entender que Franco envió la División con reticencia dl Führer. Este, en realidad, aceptó la División encantado y la hizo objeto de honores y concesiones que no tuvieron los demás aliados de Alemania. 
   A continuación da por cierto un atentado falangista contra Varela en 1942 (debió decir “supuesto y casi con seguridad falso atentado”), y vuelve a 1941 para dar una versión sobre la disputa entre Serrano y Varela sobre la composición de la unidad. Varela, cuya inteligencia es discutible, quería una división militar, lo que habría supuesto declarar la guerra a la URSS, como le hizo ver Serrano, que la quería de voluntarios. Esta fue la decisión final. Vilches señala que los voluntarios iban encuadrados por mandos militares dejando entender que  estos no eran voluntarios: lo eran, como los demás. Y hubo tantos  que algunos oficiales tuvieron que alistarse como suboficiales e incluso como tropa. Atribuye además a Serrano la creencia en “una victoria sin batallas” en Rusia,  siguiendo el método prestoniano de achacar a otros las tonterías de su propio caletre.
 
   Luego se embrolla o nos embrolla un poco sobre las motivaciones de la empresa. Con decir que fueron el anticomunismo, la culpabilidad de Rusia (Serrano quería decir la URSS) por haber prolongado la guerra civil en España y las muertes consiguientes, y, en fin la devoluciòn de visita, lo habría dicho todo. Y nuevamente endilga a Serrano un deseo de fascistizar a España “como Alemania o Italia”. Eso es hilar muy grueso. Un historiador nunca debe confundir los regímenes alemán e italiano, como hacían los comunistas. Nadie dio ningún “Viva el fascismo!” en las manifestaciones, y, como el señor Vilches sabe, aunque olvida, el fascismo fue un movimiento paganizante, mientras que la Falange se proclamaba inequívocamente católica. Este mero hecho vuelve muy discutible la identificación de ambos movimientos. 
  
La anglomanía de Vilches reluce nuevamente cuando habla de una “acalorada” discusión entre Hoare y Serrano, y repite la legendaria anécdota de “no me mande más guardias, mándeme menos estudiantes”. Pero eso es solo un chiste.

Informa también, y erróneamente,  el señor Vilches: “el cansancio de la sociedad española  frustró las expectativas de Serrano Súñer, por lo que  se necesitaban 17.000 voluntarios y no los hubo, debiéndose recurrir a la recluta de soldados. Así, “las milicias de partido aportaron 9.154 efectivos y el Ejército contribuyó con 7.292 hombre. Los datos oficiales se ocultaron hasta marzo de 1973. La realidad, me temo, difiere nuevamente. Hubo considerables diferencias de unas provincias a otras –cosa natural--, pero el número global de voluntarios superó ampliamente el de puestos disponibles y muchos tuvieron que quedar en España. Y muchos más de alistaron en las siguientes tandas de 1942 y 1943, aunque, lógicamente, en proporción descendente según la evolución de la guerra. También le conviene saber que los soldados fueron igualmente voluntarios, y que entre ellos había asimismo numerosos falangistas que hacían la mili.
 
 Por ello, la plantilla de la División estuvo siempre cubierta, siendo la única de la Wehrmacht en tales condiciones, pues después del desastroso invierno de 1941-2, las divisiones alemanas contaban con un tercio menos de su plantilla habitual. 
Señala, finalmente, que la expedición fue “muy dura e ingrata, incluso cuando volvieron a España”. Dura sí lo fue ciertamente, pero, y por eso mismo, la gran mayoría volvieron orgullosos de haber realizado una gesta en muchos aspectos extraordinaria. Obviamente, no compartían la actitud posterior de nuestro anglómano señor Vilches. 
 
 

jueves, 22 de septiembre de 2011

"¡Rusia es culpable!"

 Dentro del revival generalizado y el reconocimiento a la gesta divisionaria por parte de los medios libres, resaltamos este artículo de Libertad Digital dónde, desenmascarando el libelo de Martinez Reverte, Jorge Vilches traza un sincero resumen del origen de la División Azul.

 SERRANO SÚÑER Y LA DIVISIÓN AZUL

"¡Rusia es culpable!"

Por Jorge Vilches

Buscando lecturas para el verano encontré el libro de Jorge Martínez Reverte titulado La División Azul. Rusia, 1941-1944 (RBA, 2011). Eché un vistazo a la parte dedicada a las relaciones de Franco con Hitler, y al papel y motivaciones de Serrano Súñer en la creación de la División Azul. Me decepcionó; no por las opiniones vertidas –que uno ya está curado de espanto–, sino por la superficialidad de la interpretación y la ausencia de base documental.
No sé cómo es el resto del libro, la verdad, porque perdí todo interés y dediqué mi tiempo a otro. Sea como fuere, Serrano Súñer es el personaje clave en este asunto, su gran apuesta para hacerse con el poder en el régimen naciente.
El 3 de junio de 1940 Franco envió a Hitler una carta ofreciéndole el concurso de España en la guerra. "No necesito decirle –escribía el dictador español– cuán grande es mi deseo de no permanecer lejano a sus preocupaciones, y cuánta sería mi satisfacción por rendirle en cualquier ocasión los servicios que le parezcan más valiosos". Pero el Führer no estaba dispuesto a aceptar las condiciones materiales y territoriales que el Caudillo exigía para entrar en guerra. Churchill deshizo el dilema amenazando a Franco con cortarle el suministro económico y petrolífero; a un Franco que temía el potencial de la Armada británica. La Alemania nazi se veía impotente para derrotar a Inglaterra a corto plazo, y en pocos meses, de junio a septiembre, Franco cambió de opinión: era mejor esperar, contemporizar con unos y otros, que precipitarse en una guerra que se aventuraba más larga y dura de lo que la exitosa Blitzkrieg había hecho creer. Además, no todo el Ejército, que era la institución que contenía el hambre de poder del partido de Serrano Súñer, veía conveniente la entrada de España en la contienda. La clave era ganar tiempo, como había hecho Stalin al firmar el acuerdo germano-soviético en agosto de 1939.
Fue precisamente con ocasión de la ruptura de dicho acuerdo –con el paso de tres millones de soldados alemanes por la frontera rusa a las tres de la mañana del 22 de junio de 1941– que el gobierno español vio la ocasión de saldar la deuda con Hitler. La víspera del ataque, Ramón Serrano Súñer, ministro de la Gobernación y cuñado de Franco, se reunió con dos de sus hombres de confianza, Manuel Mora Figueroa – gobernador civil de Madrid– y Dionisio Ridruejo, en el hotel Ritz de Madrid. Serrano tenía información privilegiada gracias, en parte, a su relación con el embajador alemán, Eberhard von Storher. De aquella reunión surgió el proyecto de crear un cuerpo expedicionario de voluntarios para ir a luchar a Rusia. La idea no era original; ya se había escuchado en otros círculos.
En cuanto Serrano fue informado de que se había iniciado la Operación Barbarroja –la invasión de la URSS– marchó a El Pardo para hablar con Franco. El dictador aceptó su plan, y Serrano se dirigió a la embajada alemana para comunicar la decisión. Al gobierno de Hitler la oferta le pareció insuficiente, pues se hablaba de voluntarios civiles, no militares, y no era, por tanto, la entrada de España en la guerra. A pesar de esto, el Consejo de Ministros, presidido por Franco, aprobó el 23 de junio el envío de una división.
No fue una decisión fácil. El general Varela, ministro del Ejército, que en 1942 sufrió una atentado falangista en la bilbaína basílica de Begoña, quiso que la división estuviera compuesta por militares. Serrano lo discutió acaloradamente, no sólo porque le restaba protagonismo, sino porque pensaba que, dado el potencial de la Wehrmacht, no habría combates para cuando llegara el contingente español. Tuvo que ser Franco el que pusiera punto final a la pelea: el envío de una unidad regular del ejército supondría un mayor grado de implicación en el conflicto, lo que crearía problemas con Gran Bretaña y Estados Unidos, países a los que se temía. El acuerdo fue enviar una división de infantería conformada por voluntarios pero mandada por jefes y oficiales del ejército. Ridruejo, en Los cuadernos de Rusia, cuenta que en aquella reunión de ministros la polémica saltó también con el nombre: Varela la llamó División Española de Voluntarios, y Arrese, ministro secretario general de FET y de las JONS, División Azul. "Me parece un nombre algo ridículo –apuntó Ridruejo–, pero tendrá éxito". Así fue.
Serrano Súñer y Himmler, en Berlin.Enseguida se organizó una demostración de apoyo popular, para lo cual se utilizó a la prensa azul, a Radio Nacional de España y al SEU, la única asociación de estudiantes permitida, dominada por falangistas. Los días 23 y 24 de junio de 1941 las cabeceras de los periódicos, siguiendo las directrices de Prensa y Propaganda, establecieron paralelismos entre la guerra civil y la campaña contra Rusia. El diario Arriba, órgano del Partido, reprodujo las declaraciones de Serrano a la prensa alemana: "La beligerancia moral –decía, señalando la postura que hasta entonces mantenía Franco– tiene que completarse, y se completará con una presencia física en el campo de batalla". Y su editorial, titulado "Guerra por la causa de Europa", decía que la intervención de España en Rusia sería "la batalla preferida: la de la defensa y la de la venganza".
Las manifestaciones las organizó el SEU. En Madrid fue en la Facultad de Derecho, entonces situada en la céntrica calle de San Bernardo. Desde allí se movilizó a los acólitos, fueran falangistas o simplemente anticomunistas, y se elaboraron las pancartas con lemas como "Voluntarios falangistas contra Rusia", "Contra Rusia" o "Devolvamos a Rusia la visita que nos hizo en 1936". En torno a mediodía del 24 de junio, los manifestantes se concentraron en la plaza del Callao. Allí estaban, además del SEU, las delegaciones del Partido, el Frente de Juventudes, la Sección Femenina y algunas organizaciones más. Subieron por la Gran Vía –entonces Avenida de José Antonio– para acabar en la calle de Alcalá, frente al edificio de la Secretaría General del Partido. Era un acto para mayor gloria de Serrano Súñer, que esperaba en el balcón a los manifestantes, vestido con el uniforme blanco de la Junta Política y la camisa azul falangista.
La ambición de Serrano Súñer era inmensa por aquel entonces. Su deseo era la fascistización del Estado, como en Alemania e Italia, y que el Partido, organización que él controlaba, se hiciera con el poder. El poderío alemán y la "cruzada" antibolchevique lo beneficiaban. Hizo entonces el discurso que todos los falangistas esperaban, y que nadie del régimen podría criticar. La URSS y el PCE eran los culpables de la guerra civil, y debían pagar por ello. Era la ocasión para la venganza.
Camaradas: no es hora de discursos. Pero sí de que la Falange dicte en estos momentos su sentencia condenatoria: ¡Rusia es culpable! Culpable de la muerte de José Antonio, nuestro fundador. Y de la muerte de tantos camaradas y tantos soldados caídos en aquella guerra por la agresión del comunismo ruso. El exterminio de Rusia es exigencia de la Historia y del porvenir de Europa.
Un comunismo, claro, que había que sustituir por el fascismo, que era, a su entender, el "porvenir" europeo. Los manifestantes respondieron con gritos de "¡Muera el comunismo!", "¡Viva Franco!" y "¡Muera la Rusia soviética!". El acto pareció terminar con el Cara al sol, pero los estudiantes del SEU se acercaron a la embajada británica con pancartas a favor de Alemania y Hitler y apedrearon las ventanas del edificio. El embajador, Samuel Hoare, llamó a Serrano Súñer. Discutieron acaloradamente, y tuvo entonces lugar una anécdota muy conocida. Serrano le preguntó si le enviaba más guardias para asegurar la embajada, a lo que Hoare contestó:
No, no me mande más guardias; mándeme menos estudiantes.
Falange organizó la recluta para la División Azul. Arrese emitió la circular para la apertura de los banderines de enganche siguiendo el discurso de Serrano Súñer:
Rusia quiso destruir a España, y la destruyó en buena parte (...). Tenemos que vengar a España y tenemos que estar presentes en la tarea de salvar a Europa.
Finlandia se había unido al ataque contra la URSS tildando su venganza de "cruzada" –no en vano habían sufrido y repelido una invasión soviética–, y se sumaron también Rumanía, Eslovaquia, Italia y Hungría, y luego otros. Las jefaturas provinciales del Partido en manos falangistas apelaron al revanchismo contra los rusos, a la "cruzada" para salvar la civilización europea. Se tomó como la prolongación de la guerra civil.
La campaña de propaganda fue intensa: sólo se publicaban los partes alemanes de guerra –sesgados, naturalmente– y las noticias de adhesiones de otros países. Sin embargo, el cansancio de la sociedad española frustró las expectativas de Serrano Súñer y los suyos. Se precisaban más de 17.000 efectivos para 1941, pero el enganche no fue tan masivo y sí muy desigual, según provincias. Franco y sus generales enseguida se dieron cuenta, y pronto comenzó la recluta de soldados. En el contingente de julio de 1941 las milicias del Partido aportaron 9.154 efectivos, y el Ejército contribuyó con 7.292 hombres. Los datos oficiales se ocultaron, y no se conocieron hasta marzo de 1973.
Franco supo manejarse entre falangistas y militares. La elección del general Muñoz Grandes fue un acierto para la expedición –muy dura e ingrata, incluso cuando volvieron a España–, que se convirtió en algo muy distinto de lo que había pensado Serrano Súñer –una victoria sin batallas– cuando lanzó aquello de "Rusia es culpable".






http://historia.libertaddigital.com/rusia-es-culpable-1276239379.html

lunes, 19 de septiembre de 2011

LA CENSURA "PROGRE" VETA UNA PELICULA CON UNA VISION DISTINTA A LA OFICIALISTA DE IZQUIERDAS

El director, Michael Radford, da instrucciones a los actores durante el rodaje. | Madero CuberoEl director, Michael Radford, da instrucciones a los actores durante el rodaje. | Madero Cubero


Nos hacemos eco de esta noticia publicada por El Mundo, donde una vez más se muestra la verdadera cara sectaria de la cultura oficialista, censurando una visión de nuestra guerra ajena a los clichés de nacionales "malísimos comeniños" y republicanos románticos luchadores por la libertad y la democracia (soviética).

CINE | Ofrece una visión diferente de la 'oficial' sobre la Guerra Civil

La productora de 'La Mula' dice que Cultura 'censura' la cinta al no autorizar su exhibición

  • Gheko Films se querella contra cargos del Ministerio por 'prevaricación'
  • Cultura justifica la paralización de la calificación en cuestiones 'técnicas'
  • Un juez británico ha prohibido la exhibición de la película por otros pleitos
  • La película se rodó en Córdoba y algunas localizaciones de Jaén en 2009
La Mula, la película protagonizada por Mario Casas y María Valverde y basada en una novela de Juan Eslava Galán sobre la Guerra Civil, está cada vez más lejos de estrenarse en los cines españoles, a pesar de que fue rodada en el otoño de 2009. Inicialmente fueron las diferencias con el director y coproductor británico del filme, Michael Radford, por una cuestión económica lo que fue retrasando su estreno en la gran pantalla.
Sin embargo, más tarde la productora española Gheko Films, propiedad de Alejandra Frade, ha denunciado pública y judicialmente la "censura" que el Ministerio de Cultura estaría ejerciendo sobre la cinta al negarse a calificarla para no ofrecer al espectador una visión que, a juicio de ésta, no es la que el Gobierno quiere dar. La Mula fue rodada casi íntegramente en la provincia de Córdoba y en algunas localidades de Jaén.
Gheko Films ha informado, a través del perfil de la película en Facebook, de que ha interpuesto una querella criminal en el Juzgado de Instrucción número 40 de Madrid contra la subsecretaria del Ministerio de Cultura, Mercedes Elvira del Palacio Tascón, como presunta autora del delito de prevaricación, justificado por "resoluciones dictadas de manera arbitraria y pronunciadas sin seguir las normas regidoras de la actividad pública, desoyendo el interés general y ejerciendo de forma abusiva las funciones conferidas como poder público para fines propios".


También acusa la productora a Del Palacio Tascón de un delito contra los derechos individuales de los ciudadanos, a través del establecimiento de la "censura previa" para evitar el estreno de La Mula. Esta querella viene a ampliar la que Gheko Films interpuso ya en febrero de este año contra el ex director general del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICCA), Ignasi Guardans Cambó, a quien considera uno de los responsables de la paralización de la cinta, por los supuestos delitos de "prevaricación, cohecho, tráfico de influencias y corrupción en transacciones comerciales internacionales".
Entre los denunciados por haber cometido presuntamente estos delitos se encontraban también la subdirectora general de Fomento de la Industria Cinematográfica, María del Carmen Fernández; Radford, en calidad de administrador único de la productora Workhorse Entretaiment, o John Woodward, director ejecutivo del UKFC.

La productora española explica en la nota que la señora Del Palacio Tascón no se ha mostrado "imparcial" ante una película que versa sobre la Guerra Civil Española porque el protagonista es un sargento del ejército nacional que "no encarna el arquetipo del fanático fascista".
En la querella, Gheko Films solicita para la "imputada" una fianza en ningún caso inferior a 500.000 euros, pues el retraso en la calificación de la película ha conllevado para la productora unos perjuicios económicos valorados en cinco millones de euros, cantidad que aporto en su día para la realización del largometraje.

Un juez decidirá
Además, la productora solicita el juez que la autorice a difundir y proyectar La Mula en salas cinematográficas. La empresa de Frade asegura que el ICCA ha declarado la película "lesiva para el interés público", por lo que desde el inicio del proceso, la tramitación de la calificación por parte de Cultura está registrando "irregularidades en forma y tiempos".
El Ministerio de Cultura ha confirmado a este periódico que Del Palacio Tascón "no tiene constancia de la querella".
En cuanto a los problemas para calificar la película, fuentes de Cultura consultadas aseguran que el ICCA no lo ha hecho aún porque "no cumple los requisitos para hacerlo". Este asunto está, según apuntan, desde el pasado mes de junio en el juzgado para que sea un juez el que dictamine si se tiene que calificar o no.
El ICCA ha optado por esta vía por "el entramado de problemas que han surgido por lo de los productores y demás pero no por la historia" de la película. Cultura matiza, no obstante, que llevar la cinta ante un juez es algo "excepcional", pues lo habitual es ponerse en contacto con la productora para informar si no cumple alguno de los requisitos necesarios para calificarla. Cabe resaltar igualmente que la película está prohibida en la gran pantalla por orden expresa de un juez inglés por todos los problemas que han surgido y las denuncias que se han interpuesto.



Para más información pinche en:   
http://lamulalapelicula.blogspot.com/

CASTAÑAS PARA RAFAEL GARCÍA SERRANO


CASTAÑAS PARA RAFAEL GARCÍA SERRANO        

Buscando despojarse de la canícula del verano y a la espera de las brasas que tuestan las castañas pilongas, anda uno subiendo a los anaqueles las lecturas playeras que aún rezuman arena y barrunta ya las próximas. Son las lecturas de otoño. Las que se dejan al filo de la cama después de “perecear” el domingo o madrugar para poder leer un rato y luego ganarse el jornal desde bien temprano y arremangado aunque se lleve corbata o falda por los tobillos. 

Y en estas andamos cuando me avisan que la editorial Homo Legens se empecina en reeditar a literatos que, probablemente no caerían en manos del lector si dependiera de personajes como la concejal comunista que prohibió a Foxá en Sevilla y ahora aguarda juicio.
La editorial del Grupo Intereconomía acaba de reeditar por dos veces a Rafael García Serrano. Podría así decirse que reincide en rescatar la obra del padre de Eduardo, uno de los más mediáticos periodistas que trabajan en el medio –valga la ‘reduznancia’ que dijo aquel-.
Cuando los dioses nacían en Extremadura” es una narración novelada de la conquista de Méjico por Hernán Cortés sobre la crónica de Bernal Díaz del Castillo, aquel “periodista” oficial de Cortés que escribía en los ratos que le dejaba libre la espada y a saber si, en vez de tinta, con la sangre de algún sacerdote azteca o de algún correligionario hideputa en el que pesaba más la avaricia que la lealtad al capitán, a la Patria y a Dios, que todo iba en el mismo pack de lealtad hispana. 



En esta obra, publicada originalmente en 1947, García Serrano desmenuza la particular diplomacia que empleaba Cortés en tejer una eficaz trama de aliados, ganar leguas de tierra, onzas de oro y almas para el único Dios verdadero. Aquella era una evangelización expeditiva que probablemente sorprenda a los mismos meapilas que olvidaron el tiempo en el que para poder enfundarse la casulla y consagrar, tenía que haber una escuadra en la esquina dispuesta a entregar en la refriega, un manojo corto de años a cambio de lo que ahora llamaríamos “libertad de culto”.
La otra reedición de Homo Legens, decíamos lo de reincidentes, es la novela “La ventana daba al río”. Es la más corta de las que García Serrano ambientó en la Guerra Civil. 


"La Ventana Daba al Río" está inspirado en un hecho real. Los hoteles franceses del otro lado de la frontera alquilaban con un sobreprecio las habitaciones con ventana que permitiera ver la guerra en directo. Y esto le sirve a García Serrano para ofrecer una muestra de la opinión de los distintos espectadores extranjeros, entre los que cuela dos españoles, que forman pareja con dos francesas.
Publicada por vez primera en 1963, la novela prueba que pocos como los literatos falangistas supieron escribir de la última guerra civil con el mismo dolor en la punta de la pluma que en la punta del fusil. El dolor de quien sabe que apunta al hermano. El dolor de quien se sabe batiendo con hijos de un mismo Dios.
Dos libros con los que despedir el verano, saludar al otoño y demostrar a los comisarios del chekismo cultural, que la buena literatura es buena literatura al margen de ideologías.

Rafael G. Serrano en su juventud


De la redacción de La Clave Cultural
Septiembre de 2011

jueves, 15 de septiembre de 2011

El laberinto habitado. Los artículos de Álvaro Cunqueiro en Destino (1961-1976)

Sombras del laberinto

El laberinto habitado. Los artículos de Álvaro Cunqueiro en Destino (1961-1976) se une a la cadena de volúmenes que agrupan los artículos de este escritor curtido desde muy joven en el periodismo



Aun no tratándose de una novedad editorial, nunca deja de ser novedosa cualquier aproximación a la fértil producción de Álvaro Cunqueiro, y, coincidiendo este año con el centenario de su nacimiento, con mayor motivo recomendamos la lectura de El laberinto habitado. Los artículos de Álvaro Cunqueiro en Destino (1961-1976). La responsable de la edición, María García Liñeira, se une con esta obra a la cadena de estudiosos (César Antonio Molina, Néstor Luján, Mabel Mato, Xesús González Gómez, Enrique Alvarellos...) que han agavillado los artículos de este escritor curtido desde muy joven en el periodismo, que es su faceta más conocida y prolífica. Desde El Pueblo Gallego, La Voz de España y el temprano ABC de la posguerra, hasta El Faro de Vigo, hay una dilatada carrera periodística.
Así nos lo recuerda Manuel Gregorio González, autor de un trabajo biográfico que también merece ser citado y leído (Don Álvaro Cunqueiro, juglar sombrío. Fundación José Manuel Lara; Sevilla, 2007): «La modernidad de Cunqueiro, su altísima contribución a las letras españolas, parte principalmente de su vinculación periodística, de su magistratura en la página diaria»; «es en el articulismo, en su inusitada facilidad para enhebrar la fantasía y el dato, los saberes dispersos y una vaga melancolía por las nieves de antaño, donde la literatura cunqueiriana alcanza mayor eficacia. Eficacia que se acrece con la brevedad, la erudición, el misterio, la ligereza y la sorpresa».
En El laberinto habitado ha reunido María Liñeira gran parte de los artículos periodísticos publicados por Cunqueiro en la revista catalana Destino, uno de los medios de mayor difusión durante el franquismo. Destino. Semanario de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS había sido fundado en Burgos en 1937; a partir de 1939, con el número 101, se inició una segunda época en Barcelona que duraría hasta 1980; aún conoció una tercera etapa posterior, pero sólo verán la luz ocho nuevas entregas.
Aunque ya en 1938 se publica en ese medio la primera colaboración de Cunqueiro, esta edición no recoge los primeros artículos, de entre 1938 y 1942, pues, lejos de pretender censurar una etapa o afinidad política, la editora ha preferido darles otro tratamiento, «en el momento y lugar apropiados». Las colaboraciones que pueden leerse en este volumen son todas aquellas que, aparecidas entre 1961 y 1976, aún no habían visto la luz en formato libro. La mayoría corresponden a la sección «Laberinto y Cía.» (1965-1976), homónima de la mantenida en Faro de Vigo.
Además del regalo que supone el rescate de estos textos arrinconados, es meritorio el arduo trabajo realizado para esta recolección, efectuada en bibliotecas catalanas, durante la cual la investigadora se daría de bruces con «el mayor problema de los estudios literarios gallegos: la (pospuesta) fijación del corpus», lo que devino en interesante y pertinente reflexión: «La publicación de las obras completas de los autores más canonizados del sistema es un proceso aún inacabado. Pero incluso los trabajos dados por finalizados se ven mutilados por dos cuestiones teóricas aún sin resolver: qué hacemos con la obra de ficción escrita en castellano y qué hacemos con los artículos periodísticos, escritos mayoritariamente también en castellano».
La solución ha sido enfrentarse a estos problemas con coherencia, teniendo muy presente que lo que habitualmente hace que se obvie la obra periodística son los prejuicios hacia el canal de difusión y el trabajo ingente que supone su edición. En total se presentan casi trescientos artículos, clasificados en las siguientes secciones: «En la ruta de la seda», un recorrido desde Venecia hacia China y Japón; «Florilegio», publicaciones de tema literario, de Sherlock Holmes al caballero de Olmedo; «Onírica», conjunto de sueños, alquimias y demonios; «Retratos de hermosas», donde en ocasiones lo galante no quita lo misógino; «Del lejano país», la sección máis caudalosa, donde se ocupa de los tópicos de Galicia (lobos, tesoros, menciñeiros), sus escritores tótem, y la historia del camino de peregrinación que conduce a esta tierra, metáfora de la particular cosmovisión del autor; «De lo coquinario y vinícola» es el escaparate del gastrónomo; «De santos y otras gentes», un espacio para la hagiografía y el encuentro con otros personajes singulares; «El variado mundo» contiene mayoritariamente artículos de los años setenta, en los que se radiografía la actualidad que desembocaría en la transición española; la última sección, «En tiempo de Adviento», nos acerca a las tradiciones paganas y religiosas de la Navidad en tierras gallegas.


Si aún tienen tiempo para la alta literatura, háganse con este libro, y, antes de adentrarse en el laberinto de su lectura, tengan presente el consejo de la editora: «Permítanme recordarles el secreto principal para disfrutar de una historia: la firma sin concesiones del pacto del espectador. No procuren en estas páginas una verdad enciclopédica verificable fácilmente, porque la erudición y memoria deformante de Álvaro Cunqueiro son harina de otro costal».

martes, 13 de septiembre de 2011

Sobre la obra del olvidado Julián Ayesta

Reproducimos esta reseña de Diario de Sevilla sobre la reedición de la obra más conocida de Julián Ayesta

Los amores primeros

Unas pocas frases bien medidas tienen el poder de evocar el paraíso. Tal es el dichoso logro de esta novela casi secreta y con una prosa impresionista y de exquisito lirismo.
Ignacio F. Garmendia
 
Helena o el mar de verano. Julián Ayesta. Editorial Acantilado. Barcelona, 2000. 88 páginas. 10 euros.

Suele decirse que el tiempo sin tiempo del verano es el más propicio para el amor, pero cuando concurren además la memoria de la juventud y los escenarios de la infancia nos situamos en un territorio mítico donde se superponen las experiencias propias y las ajenas, como partes indiscernibles de una sola imagen -la iniciación erótica de los adolescentes en la plenitud estival- que trasciende lenguas y generaciones. La literatura ha recreado incontables veces esa imagen, enaltecida o banalizada, evocada con delicadeza o reducida a boceto de costumbres. Precisamente por ser parte del imaginario de cualquiera, es difícil apresarla, no digamos convertirla en arte, tanto más si se trata de reflejar sin ironía la pasión ingenua y absorbente de los amores primeros. Los más escépticos pueden acercarse a esta novela breve, a la vez secreta y prestigiada, que no llega a las cien páginas pero vale su peso en oro.

Publicada por Ínsula en 1952, un año después de La vida nueva de Pedrito de Andía de Rafael Sánchez Mazas, Helena o el mar del verano (Acantilado, 2000) es una obra singular en la narrativa española de posguerra. Lo es antes que nada porque su autor, el gijonés Julián Ayesta (1919-1996), no volvió a incurrir en la novela, aunque escribió o había escrito artículos políticos, piezas dramáticas y un puñado de relatos (véase la antología de Cuentos preparada por Antonio Pau, Pre-Textos, 2001) dados a conocer en revistas como Garcilaso o Destino. Diplomático de profesión, Ayesta militó en el falangismo, pero con los años experimentó una evolución similar a la de su amigo Dionisio Ridruejo, con el que conspiraría para encontrar espacios de oposición democrática a la dictadura. Estuvo destinado en embajadas de medio mundo y no se dedicó más que esporádicamente a la literatura. Sólo por esta novela hermosa y audaz, merecería figurar en los manuales en los que rara vez se menciona su nombre.

¿Por qué estas pocas páginas, que podrían parecer un mero aunque virtuoso ejercicio de nostalgia por parte de un escritor aficionado, ocupan un lugar de excepción en la narrativa del siglo? En primer lugar, por la calidad de la prosa impresionista de Ayesta, que alterna registros coloquiales y otros de exquisito lirismo, capaces de envolver al lector y conmoverlo desde la primera página. Hasta cierto punto, Ayesta no se diferencia demasiado de otros cultivadores de la estética garcilasista, como tampoco se muestra original a la hora de plasmar sus recuerdos recurriendo a una voz infantil, pero la potencia evocadora de su lenguaje -repleto de licencias poéticas- y el encanto intemporal de su única novela superan con mucho a los artificios más o menos valiosos de los estilistas coetáneos. Por otra parte, siendo muy de la época, en Helena advertimos una cierta inquietud experimental, por ejemplo a la hora de transcribir los pensamientos o de enumerar las sensaciones, que convierten un relato de fondo realista y apariencia menor en un verdadero poema en prosa.

El amor adolescente es el gran tema de la novela, pero Ayesta lo trata en un contexto más amplio que abarca las relaciones entre los niños y sus mayores y el modo en que aquellos perciben el tránsito a la edad adulta. Embriagado y como en estado de gracia, el narrador entona un canto a la alegría, mientras se entrega al horizonte ilimitado de la dicha. No hay conflicto generacional, sino descripción amable de los usos burgueses. Sin embargo, el vitalismo exacerbado del muchacho se contrapone, aunque no directamente, a la rigidez de una educación católica obsesionada con el pecado, en un pasaje magistral -La alegría de Dios- que marca el sombrío contrapunto respecto de los placeres venideros. La novela se sitúa en Asturias, poco antes de la Guerra Civil, pero la voz intimista del narrador apenas refiere algún detalle que permita acotar con exactitud las fechas. Tampoco propone una trama propiamente dicha, pues el relato funciona por acopio de sensaciones o de recuerdos o de pensamientos, repartidos en siete breves escenas que se abren con un Almuerzo en el jardín y se cierran con una bella ensoñación -homenaje expreso a la Grecia clásica- titulada Tarde y crepúsculo. Dichas escenas se reparten en tres capítulos, conforme a una perfecta estructura circular que comienza y acaba en el verano, con un interludio situado en el invierno que marca la entrada del narrador en la primera juventud.
 
Aantonio F. Spencer, Julián Ayesta y Rafael Montesinos

Si la expresión novela lírica tiene algún sentido, es para caracterizar obras como esta. Todo en Helena rezuma poesía: la sensualidad de la prosa de Ayesta, la sencillez y la frescura de la voz narrativa, la sensación de verdad que desprende el relato. Es una voz impostada, naturalmente, pero no por ello menos verdadera. Procedentes o no de la memoria personal del autor, la colección de momentos estelares tiene algo de conjuro para apresar la felicidad perdida. Los paisajes luminosos, las epifanías de la vida doméstica, el esplendor de los cuerpos adolescentes. "Salimos a la playa felices y nos tumbamos al sol. El sol iba haciéndose naranja y metiéndose detrás de los pinos del acantilado. El cielo estaba verde y lleno de un brillar oscuro que mirándolo fijo era como el Infinito. A veces pasaban bandadas de pájaros". Unas pocas frases bien medidas tienen el poder de evocar el paraíso.
 

El padre (falangista) de Paco Umbral y el "problema" de su poesía


 Del blog de Juan Fernandez Krohn, resaltamos este interesante artículo dónde el autor sostiene, reitera y argumenta su teoría de la paternidad biológica de Francisco Umbral por parte del falangista de la primera hora Anselmo de la Iglesia y el condicionante que ello pudo tener en la obra del escritor vallisoletano.

 El padre (falangista) de Umbral y el "problema" de su poesía


La Casa del Libro de Espasa Calpe en plena Gran Vía madrileña es un poco como una catedral neogótica o neorrenacentista del libro en lengua española y punto de paso obligado a lal vez para mí cada vez que vuelvo a España por pocos días que duren mis visitas; como me habrá ocurrido ahora ayer sin ir más lejos pasándome las horas muertas (y no exagero) delante de un libro póstumo de Francisco Umbral que recoge una selección de sus poemas, en parte inéditos y en parte ya anteriormente publicados. ¿Umbral poeta? En "Francisco Umbral, el frío de una vida" -de su biógrafa (no autorizada) Ana Caballé-se recogían dos poemas autobiográficos del autor que me impresionaron -como a su biógrafa- por su hondura autobiográfica y por su "música" -que él tanto apreciaba en poesía- y me decepcionaron no poco en cambio por su lentitud, y por lo torpe o escaso de su ritmo en resumidas cuentas.
Y se me antoja de pronto que si Umbral no sabía hacer danzar sus versos como tan bien sabía hacerlo en cambio con las escenas y episodios -por no dar que un solo género de ejemplo- de sus novelas guerracivilistas, ello se debía a la tradición poética de la que con tanta insistencia se reconocería tributario a lo largo de su vida y en particular a dos hitos de poesía contemporánea a los que rendiría siempre fervorosa pleitesía y me estoy refiriendo al 27 y a la poesía de Pablo Neruda. Lorca seria sin duda la excepción, pero está claro para mí que del poeta granadino Umbral heredaría poco si no fue el culto (guerra/civilista) de martirologio que le profesó hasta su muerte, a acaecida ( "nota bene") poco antes del desenlace de la operación de recuperación de los restos de aquél, o en otros términos del fiasco (apoteósico) con el que aquella se vería concluida.

Hay no obstante en esta recopilación reciente de poesía umbraliana una brillante y vistosa -y encandilante- excepción, botón de muestra sin par de poema rítmica, que su presentador, el critico literario Miguel García Posada, amigo del autor- incluye entre "las cumbres" de esa selección de versos y poemas umbralianos. "Totovía, pájaro extraño que me suena todavía/de cuando los campos niños/y las niñas en la vía/totovía" Y todo así, por el estilo, en este brillante (y breve) poema, que tiene de fuente principal de inspiración, no el poeta (comunista) chileno ni sus homólogos (ideológicos) españoles de la generación/fatídica sino el refranero castellano que Umbral despreciaba -y vetaba- abiertamente en sus columnas y en sus novelas como una muestra fehaciente de de un atraso cultural propio (según él) del mundo rural y campesino; y también tal vez por verse indisociablemente ligado -como lo ilustra el poema que cito (y recito) más arriba a la infancia vallisoletana -medio urbana y medio campesina del autor, que rechazaba a todas luces por unos motivos de filiación (o a/filiacion) que ya habré abundantemente abordado y analizado a lo largo de mis entradas.
Estuve leyendo hace unos días las póginas que dedicó a Umbral hace unos días el diario el Mundo en el cuarto aniversario de su muerte y confieso que me invadió una sensación de decepcion profunda, de encontrarme ante los mismos tópicos y trivialidades que se vienen vertiendo por cuenta suya en la prensa desde el momento de su muerte, como un (sombrío) presagio o vaticinio de lo que sera sin duda la tónica del congreso que la fundación que lleva su nombre esta preparando para el próximo mes de octubre. Y no puedo verme libre tampoco de la impresión nitida que abordando por mi cuenta como aquí lo hice -y también en la tesis (fallida) de doctorado que le dediqué en el marco de la Universidad Libre de Bruselas- le puse sin duda sin querer una lapidad inamovible al tema central -así me lo parece al menos- de su vida como de su obra.
Porque creo que después de haberse leído todo lo que tengo dedicado al tema ningún umbraliano -y mucho menos los de filiación o de etiqueta "falangista"- me podrá negara que la hipótesis que yo defiendo del padre/biológico falangista de Umbral se encuentra en relación directa con el guerracivilista (anti-falangista) de una gran parte de su obra y en especial de la que aborda mas o menos directamente la guerra civil española.

Porque si es cierto que el padre (verdadero) de Umbral, como yo aquí lo pretendo, lo fue el lugarteniente de Onesimo Redondo, Anselmo de la Iglesia, todo se explica. Y si no nada se explica (del todo), ya digo, ni de su vida ni de su obra.

http://blogs.periodistadigital.com/juanfernandezkrohn.php/2011/09/12/p301763#more301763

martes, 6 de septiembre de 2011

Entrevista con Fernando de Artacho, autor de "La Segunda Bandera" (tomado de diarioya.es)


Diario YA- Fernando de Artacho, abogado e historiador de prolífica actividad editorial, acaba de publicar “La segunda bandera” (Ed. Guadalturia ediciones); una obra dedicada a estudiar la actuación de los voluntarios falangistas sevillanos enrolados en esa bandera al mando del comandante Pérez-Blázquez. La actuación de estos milicianos falangistas, en minoría de 1 a 9 frente al ejército de la República, fue determinante en el desenlace de la Batalla de Brunete y, a la postre, de la última Guerra Civil española.

Diario Ya. Vd. Acaba de publicar un libro sobre los milicianos falangistas de la Segunda Bandera de Sevilla ¿es de los que piensan que convocar elecciones el 20-N es pura casualidad?

Fernando de Artacho. No es una fecha elegida al azar, opino que su significado pretende ir más allá. Los símbolos pueden movilizar a personas en sentidos muy diferentes. Aunque no creo que, con las gravísimas carencias que estamos sufriendo todos los españoles por la nefasta gestión pública de los gobiernos Zapatero, ese caprichoso “detalle” vaya a pesar en algún sentido

Ya. Con más de veinte libros a sus espaldas y notable éxito escribiendo sobre el siglo de oro, ahora hace una incursión en la Guerra Civil analizando una acción crucial de los voluntarios falangistas; ¿busca la provocación?

FdA. En absoluto, busco exponer la verdad, analizo hechos irrefutables de la época y cuento una hazaña militar desconocida, que cambió el rumbo de la Batalla de Brunete, y, por ello, de la Guerra Civil. Quien lea el libro verá como ensalzo la valentía de los que lucharon por unos ideales, a la vez que deploro la espuria actuación de algunos “camaradas” de retaguardia que nunca pisaron el frente. Tampoco es mi primera incursión sobre la Guerra Civil, la segunda novela que escribí, “Las dos verdades”, tenía como fondo la contienda del 36.

Ya. ¿Cómo cree Vd que ve un jovencito JASP de las Nuevas Generaciones del PP el comportamiento del comandante Pérez-Blázquez, protagonista de su libro?

FdA. Salvo excepciones, ni están preparados para comprenderlo, ni lo entenderían. La sociedad de hoy no educa en la sobriedad, y menos en el sacrificio, más si en ello pude ir la vida propia. El hedonismo, el exigir los derechos huyendo de las obligaciones, la falta de interés por el conocimiento, llevan a una actitud de egoísmo y desidia que solo intentan atenuar buscando el placer inmediato en todos los terrenos. Ello justifica que sea difícil entender hechos que, a lo largo de siglos, hicieron de España un Imperio.

Ya. Vd. No se corta al escribir sobre la heroicidad y la mezquindad del frente ¿resulta ponderado poner al general Varela ejemplificando lo segundo?

FdA. No hay duda alguna que el general Varela fue un gran militar, tampoco que fue un acérrimo enemigo declarado de la Falange. Pueden existir personas serias que cometan errores, lo que necesariamente no les lleva a convertirse en mezquinos; un hecho en sí puede ser mezquino, pero ello no califica a la persona en su totalidad. Sin embargo, en este caso cometió una gran injusticia a sabiendas, pues él mismo declaró -entre otros muchos expertos militares de ambos bandos- que la resistencia de Villanueva de la Cañada fue la clave para ganar la batalla. Sólo me remito a los hechos tal como fueron, la batalla, la hazaña de los sevillanos y la conocía la postura de Varela contra la Falange, que negó la Laureada a quien le hizo ganar esa batalla. Son datos irrefutables.

Ya. En la correspondencia epistolar con su familia que Vd desvela, el comandante falangista reivindica un tipo de política social que debió asustar mucho a los conservadores de la época ¿se imagina hoy al joven Pérez-Blázquez en una acampada del 15-M o de voluntario en la próxima JMJ?

FdA. Creo que inquietaría más a los conservadores de la época que hoy calificaríamos como la derecha más liberal, pues los conservadores católicos tenían muy presente la preocupación por la situación social. El comandarte era un fervoroso católico, sería de los primeros en estar junto a S.S. el Papa. Si con catorce años rompía con su sable la capa de hielo que cubría el agua del lavabo de la Academia Militar, a las seis de la mañana, para el aseo, creo que no tendría inconveniente alguno en estar en cualquier acampada por muy dura que fuese.

Ya. Benedicto XVI ha animado a los profesores universitarios a buscar la Verdad con humildad. Entre quienes se ocupan de la Historia Contemporánea española, ¿cuánto hay de investigación sectaria y cuánto de rigurosidad?

FdA. Salvo honrosas excepciones, el sectarismo se plantea en los historiadores que dependen del “pesebre”, la mayoría con puestos conseguidos por la militancia política o por la complacencia en la Historia que desea reescribir o reinventar el Gobierno. Creo recordar que hace años leí en Ricardo de la Cierva lo que él calificaba como el “frentepopulismo de la cultura”, profesores que en cordadas afines de ideologías políticas se habían apoyado y subido académicamente, pero ese peaje siempre hay que pagarlo, y ahora vemos las consecuencias en los enseñantes y en la enseñanza.
Presentación del libro en el Ateneo Sevillano

Ya. Vistos precedentes como “Amar en tiempos revueltos” o “La República”, ¿aceptaría Vd escribir un guión para una serie de la época en TVE 1?

FdA. Sí, siempre que se aceptara la verdad objetiva, sin manipulaciones, ni tergiversaciones o engaños, sin quitar una sola coma del guión presentado; pero hoy por hoy, eso es más que una quimera. 

LA MIRADA MODERNA (del blog Hispaniarum)


La modernidad de Aizpúrua empieza con el gusto por las jazzband, tan de la época, y puede seguir por la costumbre de vestir a veces elkaiku y otras la chaqueta que se encargó en Balenciaga para la inauguración del Náutico. Y era aquella actitud la que hará a su compañero Luis Moya compararlo con un Leonardo joven o un Villanueva "...su idea de la vida y del mundo no era la nuestra, pues se desarrollaba en otro espacio y otro tiempo que éstos en que estamos inmersos. Era un mundo liberado de las cargas convencionales que en éste nos condicionan."
Aunque la medida de la genialidad puede que sea otra y es que su obra más significativa, a orillas de la playa de la Concha, sea capaz de resistir con cierta dignidad el tener el interior de los salones que Aizpúrua ideara con los últimos muebles racionalistas, decorados ahora como una cafetería con pretensiones unos, o como una imitación de club inglés otros.

En 1930 su amigo y camarada Juan Cabanas Erauskin retrata a nuestro arquitecto con los atributos que le son propios, los planos y el metro plegable. En el paisaje de fondo suerte de rompimiento de gloria el Club Náutico de San Sebastián. (Ol./lz. 78x68 cm.)

jueves, 1 de septiembre de 2011

Vargas Llosa admite que Occidente necesita del catolicismo, tras el éxito de la JMJ

Por su interés, reproducimos un artículo de Mario Vargas Llosa publicado en El País dónde se argumenta sobre el enriquecimiento social que supone la tolerancia religiosa.

"La prueba de que la Iglesia de Cristo mantiene su pujanza y su vitalidad, de que la nave de San Pedro sortea sin peligro las tempestades que quisieran hundirla."

La fiesta y la cruzada

PIEDRA DE TOQUE. Creyentes y no creyentes debemos alegrarnos del éxito de la visita del Papa a Madrid. Mientras no tome el poder político la religión no solo es lícita, sino indispensable en una sociedad democrática

MARIO VARGAS LLOSA 28/08/2011

Bonito espectáculo el de Madrid invadido por cientos de miles de jóvenes procedentes de los cinco continentes para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud que presidió Benedicto XVI y que convirtió a la capital española por varios días en una multitudinaria Torre de Babel. Todas las razas, lenguas, culturas, tradiciones, se mezclaban en una gigantesca fiesta de muchachas y muchachos adolescentes, estudiantes, jóvenes profesionales venidos de todos los rincones del mundo a cantar, bailar, rezar y proclamar su adhesión a la Iglesia católica y su "adicción" al Papa ("Somos adictos a Benedicto" fue uno de los estribillos más coreados).

Ninguna iglesia podría ser democrática sin renunciar a sí misma y desaparecer
La cultura no ha podido reemplazar a la religión ni podrá hacerlo, salvo para pequeñas minorías
Salvo el millar de personas que, en el aeródromo de Cuatro Vientos, sufrieron desmayos por culpa del despiadado calor y debieron ser atendidas, no hubo accidentes ni mayores problemas. Todo transcurrió en paz, alegría y convivencia simpática. Los madrileños tomaron con espíritu deportivo las molestias que causaron las gigantescas concentraciones que paralizaron Cibeles, la Gran Vía, Alcalá, la Puerta del Sol, la Plaza de España y la Plaza de Oriente, y las pequeñas manifestaciones de laicos, anarquistas, ateos y católicos insumisos contra el Papa provocaron incidentes menores, aunque algunos grotescos, como el grupo de energúmenos al que se vio arrojando condones a unas niñas que, animadas por lo que Rubén Darío llamaba "un blanco horror de Belcebú", rezaban el rosario con los ojos cerrados.

Hay dos lecturas posibles de este acontecimiento, que EL PAÍS ha llamado "la mayor concentración de católicos en la historia de España". La primera ve en él un festival más de superficie que de entraña religiosa, en el que jóvenes de medio mundo han aprovechado la ocasión para viajar, hacer turismo, divertirse, conocer gente, vivir alguna aventura, la experiencia intensa pero pasajera de unas vacaciones de verano. La segunda la interpreta como un rotundo mentís a las predicciones de una retracción del catolicismo en el mundo de hoy, la prueba de que la Iglesia de Cristo mantiene su pujanza y su vitalidad, de que la nave de San Pedro sortea sin peligro las tempestades que quisieran hundirla.

Una de estas tempestades tiene como escenario a España, donde Roma y el gobierno de Rodríguez Zapatero han tenido varios encontrones en los últimos años y mantienen una tensa relación. Por eso, no es casual que Benedicto XVI haya venido ya varias veces a este país, y dos de ellas durante su pontificado. Porque resulta que la "católica España" ya no lo es tanto como lo era. Las estadísticas son bastante explícitas. En julio del año pasado, un 80% de los españoles se declaraba católico; un año después, solo 70%. Entre los jóvenes, 51% dicen serlo, pero solo 12% aseguran practicar su religión de manera consecuente, en tanto que el resto lo hace solo de manera esporádica y social (bodas, bautizos, etcétera). Las críticas de los jóvenes creyentes -practicantes o no- a la Iglesia se centran, sobre todo, en la oposición de ésta al uso de anticonceptivos y a la píldora del día siguiente, a la ordenación de mujeres, al aborto, al homosexualismo.

Mi impresión es que estas cifras no han sido manipuladas, que ellas reflejan una realidad que, porcentajes más o menos, desborda lo español y es indicativo de lo que pasa también con el catolicismo en el resto del mundo. Ahora bien, desde mi punto de vista esta paulatina declinación del número de fieles de la Iglesia católica, en vez de ser un síntoma de su inevitable ruina y extinción es, más bien, fermento de la vitalidad y energía que lo que queda de ella -decenas de millones de personas- ha venido mostrando, sobre todo bajo los pontificados de Juan Pablo II y de Benedicto XVI.




Es difícil imaginar dos personalidades más distintas que las de los dos últimos Papas. El anterior era un líder carismático, un agitador de multitudes, un extraordinario orador, un pontífice en el que la emoción, la pasión, los sentimientos prevalecían sobre la pura razón. El actual es un hombre de ideas, un intelectual, alguien cuyo entorno natural son la biblioteca, el aula universitaria, el salón de conferencias. Su timidez ante las muchedumbres aflora de modo invencible en esa manera casi avergonzada y como disculpándose que tiene de dirigirse a las masas. Pero esa fragilidad es engañosa pues se trata probablemente del Papa más culto e inteligente que haya tenido la Iglesia en mucho tiempo, uno de los raros pontífices cuyas encíclicas o libros un agnóstico como yo puede leer sin bostezar (su breve autobiografía es hechicera y sus dos volúmenes sobre Jesús más que sugerentes). Su trayectoria es bastante curiosa. Fue, en su juventud, un partidario de la modernización de la Iglesia y colaboró con el reformista Concilio Vaticano II convocado por Juan XXIII.
Pero, luego, se movió hacia las posiciones conservadoras de Juan Pablo II, en las que ha perseverado hasta hoy. Probablemente, la razón de ello sea la sospecha o convicción de que, si continuaba haciendo las concesiones que le pedían los fieles, pastores y teólogos progresistas, la Iglesia terminaría por desintegrarse desde adentro, por convertirse en una comunidad caótica, desbrujulada, a causa de las luchas intestinas y las querellas sectarias. El sueño de los católicos progresistas de hacer de la Iglesia una institución democrática es eso, nada más: un sueño. Ninguna iglesia podría serlo sin renunciar a sí misma y desaparecer. En todo caso, prescindiendo del contexto teológico, atendiendo únicamente a su dimensión social y política, la verdad es que, aunque pierda fieles y se encoja, el catolicismo está hoy día más unido, activo y beligerante que en los años en que parecía a punto de desgarrarse y dividirse por las luchas ideológicas internas.

¿Es esto bueno o malo para la cultura de la libertad? Mientras el Estado sea laico y mantenga su independencia frente a todas las iglesias, a las que, claro está, debe respetar y permitir que actúen libremente, es bueno, porque una sociedad democrática no puede combatir eficazmente a sus enemigos -empezando por la corrupción- si sus instituciones no están firmemente respaldadas por valores éticos, si una rica vida espiritual no florece en su seno como un antídoto permanente a las fuerzas destructivas, disociadoras y anárquicas que suelen guiar la conducta individual cuando el ser humano se siente libre de toda responsabilidad.


Durante mucho tiempo se creyó que con el avance de los conocimientos y de la cultura democrática, la religión, esa forma elevada de superstición, se iría deshaciendo, y que la ciencia y la cultura la sustituirían con creces. Ahora sabemos que esa era otra superstición que la realidad ha ido haciendo trizas. Y sabemos, también, que aquella función que los librepensadores decimonónicos, con tanta generosidad como ingenuidad, atribuían a la cultura, esta es incapaz de cumplirla, sobre todo ahora. Porque, en nuestro tiempo, la cultura ha dejado de ser esa respuesta seria y profunda a las grandes preguntas del ser humano sobre la vida, la muerte, el destino, la historia, que intentó ser en el pasado, y se ha transformado, de un lado, en un divertimento ligero y sin consecuencias, y, en otro, en una cábala de especialistas incomprensibles y arrogantes, confinados en fortines de jerga y jerigonza y a años luz del común de los mortales.

"Las pequeñas manifestaciones de laicos, anarquistas, ateos y católicos insumisos contra el Papa provocaron incidentes menores, aunque algunos grotescos, como el grupo de energúmenos al que se vio arrojando condones a unas niñas que… rezaban el rosario con los ojos cerrados".

La cultura no ha podido reemplazar a la religión ni podrá hacerlo, salvo para pequeñas minorías, marginales al gran público. La mayoría de seres humanos solo encuentra aquellas respuestas, o, por lo menos, la sensación de que existe un orden superior del que forma parte y que da sentido y sosiego a su existencia, a través de una trascendencia que ni la filosofía, ni la literatura, ni la ciencia, han conseguido justificar racionalmente. Y, por más que tantos brillantísimos intelectuales traten de convencernos de que el ateísmo es la única consecuencia lógica y racional del conocimiento y la experiencia acumuladas por la historia de la civilización, la idea de la extinción definitiva seguirá siendo intolerable para el ser humano común y corriente, que seguirá encontrando en la fe aquella esperanza de una supervivencia más allá de la muerte a la que nunca ha podido renunciar. Mientras no tome el poder político y este sepa preservar su independencia y neutralidad frente a ella, la religión no sólo es lícita, sino indispensable en una sociedad democrática.

Creyentes y no creyentes debemos alegrarnos por eso de lo ocurrido en Madrid en estos días en que Dios parecía existir, el catolicismo ser la religión única y verdadera, y todos como buenos chicos marchábamos de la mano del Santo Padre hacia el reino de los cielos.


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