domingo, 9 de octubre de 2011

SOCIEDAD GU

Gu en vascuence significa nosotros, y es el nombre que se dieron a sí mismo un grupo de vascos que formó el germen falangista en ese verde rincón de España allá por los convulsos tiempos de la IIª República. La Sociedad Gu fue una asociación de carácter cultural, gastronomía incluida, que, como pasó en otros lugares de España fueron un núcleo vanguardista que trajo a nuestro país innovaciones artísticas y culturales suponiendo una punta de lanza de la modernidad en aquella España casi decimonónica. Junto a esas inquietudes culturales, la modernidad de su pensamiento, de sus ideales, de buscar una regeneración de la sociedad y el afán de llevar al pueblo a un estado de bienestar que, lamentablemente, no llegaría hasta veinte o treinta años después y tras una cruenta guerra civil, pero fueron germen, semilla, que fructificó años después en forma de hospitales sociales, de universidades laborales, de barrios de pisos nuevos para las clases trabajadoras. Un movimiento nuevo frente a las injusticias del liberalismo capitalista y frente a la deshumanización del marxismo.

Pero todo ello sería a costa de la sangre de muchos de sus jóvenes idealistas, entre ellos, el alma fundamental de la Sociedad Gu, el arquitecto donostiarra José Manuel Aizpurúa, nacido en 1902 y, como su Jefe, asesinado en los primeros meses de la contienda civil, fue fusilado en Ondarreta el 6 de Septiembre de 1936, tres días antes de que las tropas nacionales entrasen en San Sebastián.

Aizpurúa estudió en Madrid donde conoció a personajes como Dalí, Buñuel y García Lorca, con el que trabó una estrecha amistad, precisamente con el poeta granadino protagonizó una muy relevante anécdota, que no por repetida deja de ser fundamental para entender el talante de muchos intelectuales de aquel momento, la cuenta el también el poeta Gabriel Celaya en su libro “Poesía y Verdad”, publicado en 1979: "Aquel 8 de marzo de 1936 a que me vengo refiriendo, último día en que disfruté de Federico…, él me citó por teléfono en el Hotel Biarritz de San Sebastián, donde paraba. Mi sorpresa, cuando llegué allí, fue que Federico había citado también a José Manuel Aizpúrua. Faltó poco para que rasgara mis vestiduras porque siempre he pecado de violento y entonces, además, era joven. Compréndanlo. José Manuel Aizpúrua era un arquitecto muy avanzado e inteligente. A su iniciativa se debió que en una ciudad tan obtusa como mí San Sebastián se montaran exposiciones con Picasso, Miró, Picabia, Max Ernst, etc. Era, además, todo hay que decirlo, un gran propulsor de la nueva poesía, y, en general, como se decía en aquellos tiempos "un vanguardista. Pero también era el fundador de la Falange de San Sebastián, y yo le había negado el saludo, aunque nos conocíamos desde niños".

"Federico le hablaba a José Manuel, me hablaba a mí, y los dos le contestábamos, pero no conseguía que José Manuel y yo nos habláramos. ¿Por qué? Porque la guerra civil estaba ya latente. Pero Federico no lo entendía: "Los dos sois amigos míos". Era inútil. Había algo que no marchaba (…) Aquel día cuando se marchó Aizpúrua, Federico me dijo algo terrible que nunca me he atrevido a contar. Terrible pero a la vez hermoso porque demuestra con que inocencia caminó hacia su muerte… Me preguntaba Federico por qué yo no había querido saludar a José Manuel Aizpúrua, y por qué, entre los dos, le habíamos creado una situación absurdamente tensa. Yo trataba de explicárselo con frenesí, quizá con sectarismo, y él, incidiendo en lo humano, trataba de explicarme que Aizpúrua era un buen chico, que tenía una gran sensibilidad, que era uy inteligente, que admiraba mis poemas, etc. Hasta que al fin, ante mí cada vez más violenta cerrazón, reaccionó, o quizá quiso que abriera los ojos de sorpresa, con la confesión de lo terrible:

-Es como José Antonio Primo de Rivera. Otro buen chico. ¿Sabes que todos los viernes ceno con él? Pues te lo digo. Solemos ir juntos en un taxi con las cortinillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo ni a mí me convine que me vean con él.

Federico se reía. Creía que aquello no era más que una travesura de niños. No veía nada detrás."


Aizpurúa fue el mejor representante del racionalismo arquitectónico con inspiración en Le Corbusier.

En el seno de la Sociedad Gu conoció José Antonio a Picasso, que debatieron cordialmente, como Pío Baroja con Rafael Sánchez Mazas, de ello nos dejo testimonio el arquitecto Eduardo Olasagasti. La obra del pintor malagueño, y la del cubista Juan Gris, fueron presentadas por Aizpurúa. En 1930 organizaron una exposición de arquitectura y pintura moderna en San Sebastian. También organizaron veladas de jazz. Vanguardia cultural en la España del momento.

José Manuel Aizpurúa, que pertenecía a la Junta Nacional de Falange, diseñó la cabecera del periódico falangista Arriba por encargo directo de José Antonio. La humanidad, el racionalismo y la modernidad de Aizpurúa no son más que el reflejo de la modernidad e innovación que supone el movimiento en el que creía, lejos de las visiones que califican de contradictoria su praxis profesional, tan avanzada, con lo reaccionario de sus creencias políticas, unas y otras están en perfecta armonía, esas críticas, hechas desde la visión contemporánea pervertidora de la realidad histórica del momento, no entienden la novedad de las ideas renovadoras que, frente a las doctrinas decimonónicas manoseadas y corrompidas, frente al marxismo deshumanizador y apátrida y frente al capitalismo burgués, explotador y clasista, supone un sistema nuevo, superador de las desigualdades, igualitario, pero valorando al hombre y a la nación en la que se articula su sociedad, depositaria del legado, bueno y malo, de los antepasados.

En la Sociedad de Artistas Ibéricos, creada en 1931, aparece su nombre, como socio fundador, junto al del gran pintor Vázquez Díaz o junto al del poeta, de quién ya comentamos su amistad personal, Federico García Lorca. En 1930 se creó GATEPAC, Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea, donde participaban, además del donostiarra, los famosos arquitectos catalanes José Luis Sert o Antonio Bonet, fueron una referencia para los movimientos arquitectónicos españoles de los años 50 y 60, los miembros del GATEPAC también militaron en ambos bandos de la Guerra Civil.

Javier Compás

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