domingo, 9 de noviembre de 2014

Carlos Vélez (Fernando Sánchez Dragó 3/11/2014)


Columna "EL LOBO FEROZ" - El Mundo (3/11/2014)
Carlos Vélez
CARLOS VÉLEZ
Esta columna salpicada de negritas interesará a muy pocos. Con ella pago una deuda. La contraje con un hombre que acaba de morir. Lo he sabido por un obituario de Ángel Vivas. La foto que lo ilustra no es, por cierto, la del difunto, sino la de Antonio Castro. A mediados de los cincuenta conocí en Casa Manolo a un poeta. Era Carlos Vélez, hijo de un falangista ilustre y falangista él mismo, aunque a su modo: el de la alta literatura y el respeto a quienes no pensaban como él.

Publicó un poema en la revista Aldebarán, que yo había fundado junto a otros tres jóvenes poetas (Carlos Romero, Manuel Morales y José Ramón Marra-López). Poco después, en 1958, creó él, con el apoyo de Fraga, otra revista de mucho más fuste -Acento- por cuyas páginas pasaron o se dieron a conocer gentes tan de izquierdas como López-Pacheco, Antonio Ferres, López Salinas, Alfonso Grosso, Eduardo Zúñiga y García Hortelano. En 1962 me fui a Italia, luego al exilio y perdí de vista a Vélez. Fueron pasando los años, murió el Caudillo, regresé a España, busqué trabajo e Isaac Montero, amigo común, me dijo: «Ve a ver a Carlos. Dirige en la tele un programa de libros que aún no ha empezado a emitirse». Así nació Encuentros con las Letras, que se mantuvo en antena hasta 1981. Seguí el consejo. Andaban por allí Daniel Sueiro, Jesús Torbado, Miguel Bilbatúa, Paloma Chamorro, José Luis Jover... Aunque yo carecía de experiencia en televisión, Carlos me incorporó en el acto a tan brillante nómina. Cientos de escritores pasaron por allí. Luego, a saber por qué, se cerró aquel programa, que hoy es leyenda. Eugenio Nasarre y Miguel Ángel Gozalo me pidieron que hiciese Biblioteca Nacional. Propuse que Carlos Vélez fuera el codirector. No cuajó. Volví a perder de vista a aquel hombre de bien que tanto hizo para que en la cultura española del franquismo y del primer posfranquismo cupiéramos todos, todos, cualesquiera que fuesen nuestras ideas o militancias. Indagué por él en bastantes ocasiones y nadie supo darme razón. Marqué muchas veces su teléfono. No respondía. El sábado, al leer su obituario, se me encogió el alma. Ignoro si María Luisa, su esposa, vive. De ser así, ahí va un abrazo. Durante más de siete lustros he hecho programas de libros en televisión. Se los debo todos a Carlos Vélez. Esta columna de negritas, que a casi nadie interesará, es mi homenaje póstumo a un poeta que soñó con una España muy distinta a la que ahora es.

Nuestro país (Miguel Ángel Loma en ABC)



Como atracción principal del regreso de su programa televisivo, el periodista follonero invitó al hogar de una familia del pueblo sevillano de Gines, al presidente de Esquerra Republicana de Cataluña, Oriol Junqueras, para convencerles (infructuosamente) sobre los beneficios que les traería la independencia catalana.  Y como el rostro de don Oriol, con sus ojitos dormilones y gimoteantes, es ya imagen permanente en todas las televisiones, su presencia no pasó inadvertida en el aeropuerto de Sevilla, donde alguien aprovechó para increparle públicamente con un errado «¡Vete a tu país!». 

Es errado porque pretender zaherir a un independentista con tal mandato, demuestra haber caído torpemente en sus redes, en tanto que Cataluña no es solo el país de don Oriol y de quienes allí residen, sino que es parte del gran país de todos los españoles: España. Y por eso yerran quienes, de buena o mala fe, consideran que por residir en una u otra región de España, tienen derecho a decidir sobre su independencia respecto al resto. 

No; Cataluña no es país solo de quienes allí residen; sino que también lo es de los demás españoles. Al igual que el resto de España también es de los catalanes, y por eso tienen todo el derecho a moverse por donde quieran. 

Así que,la próxima vez que alguien quiera aconsejar destino a un independentista, mejor que lo envíe a pasearse por Parla, preciosa ciudad muy en consonancia con quienes están acostumbrados a llorar como chantaje previo a la succión.          


Miguel Ángel Loma 

jueves, 6 de noviembre de 2014

¿Qué entenderán por memoria? (Tomado del blog de Santiago González)

¿Qué entenderán por memoria?

Llach
Tuve por este hombre gran devoción en tiempos pasados. Aún conservo todos sus discos en vinilo. Me pasaba, y aún me pasa, como con Sabina, que me parece un tipo de enorme talento, aunque la expresión de sus ideas políticas no añade nada  a sus capacidades creativas. No es lo suyo, aunque esto no debe entenderse como un apoyo a la tesis de Monedero. Naturalmente tiene derecho a expresarse. ¡A ver si va a ser él el único español a quien le va a estar prohibido decir tonterías! Tras la muerte de Mario Onaindía, yo sugerí su ‘Viatge a Itaca’ como tema musical para el homenaje que se le rindió en la Plaza de España de Vitoria. me pareció que la letra se adaptaba muy bien a la vida y carácter del aventurero cuerdo:
Quan surts per fer el viatge cap a Ítaca,
has de pregar que el camí sigui llarg,
ple d’aventures, ple de coneixences.
Has de pregar que el camí sigui llarg,
que siguin moltes les matinades
que entraràs en un port que els teus ulls ignoraven.
Lo que me llama la atención ahora es la farsa. El blog Dolça Catalunya sacaba ayer a la luz el tuit reproducido arriba, con una implacable relación de los antecedentes familiares del cantante. Sus abuelos Cisets (yo siempre creí que era Siset: L’avi Siset em parlava/ de bon matí al portal…”) eran todos correligionarios del abuelo materno de Zapatero, aquel buen hombre del que nunca hablaba:

Dolça Catalunya

El cantante (o lo que queda de él) se ha animado a decirnos por qué va a votar en el butifarrèndum de los políticos nacionalistas. Lo tiene muy claro: “votaré por los abuelos Cisets que intentaban hacer luz en un tiempo de tinieblas. Seguro que cuando hayamos ganado descansarán definitivamente en paz”.
Pero vamos a ver, sr. Llach. ¿A quién quiere timar con esto?
- Su tatarabuelo, Joaquim Llach y Coll, fue el jefe carlista de la provincia de Gerona.
– Su bisabuelo fue homenajeado en 1926, en Gerona, jurando una bandera española con la inscripción “Dios, Patria y Rey”.
– Su abuelo fue dirigente de la Junta Tradicionalista de Gerona.
– Su abuelo Manuel fue vocal de la Juventud Tradicionalista y somatén de Sant Martí Vell.
– Su abuelo materno era extremeño y se apellidaba Grande. Era inspector de la policía secreta española en Barcelona, y lo mataron a principios de la guerra.
– Su abuela, María Vall, también era franquista.
– De su madre, María Grande Vall, decía usted que “era molt del règim de Franco, com el pare”.
– Su tieta Pilar, de Can Vall de Porrera, era hermana de la fundadora de la Falange Española en Tarragona. De la tieta heredó ud. la finca donde vive.
– Su padre, Josep Maria Llach i Llach, era militante del Requeté Català, miembro de las juventudes carlistas. Durante la guerra se incorporó como voluntario a la España de Franco. Después fue alcalde franquista de Verges (1950-1963), y presidente local del Movimiento Nacional. Ud. mismo confiesa en su libro Lluís Llach. Siempre más lejos que “el meu pare era un franquista convençut”.
– Y ud. mismo, Lluís, durante su juventud fue un significado “feixista”. Fue ud. vicepresidente de los Cruzados de Cristo Rey en Figueras, y militante falangista como su padre. Así se describía ud.: “Sí, jo vaig ser el que podriem dir un nen feixista”.

Leer artículo completo en:
http://santiagonzalez.wordpress.com/2014/11/03/que-entenderan-por-memoria/

lunes, 3 de noviembre de 2014

RUEDO IBERICO. LHARDY, PICADERO REAL, Y CONSPIRACIONES POLÍTICAS (Javier Villán Zapatero)

El otro dia, en el salón isabelino de Lhardy, Carlos Abella dio una charla sobre los Toros en el histórico restaurante. Muchos  esperaban que el gerente de Asuntos Taurinos de la CAM se centrara en el homenaje a Manolete y las tertulias de Antonio Ordóñez en los sesenta.  Pero Abella es más que un escritor taurino y  Lhardy mucho más que un centro de toros, aunque memorables hayan sido algunos acontecimientos taurinos en sus salones. Lhardy fue picadero de reyes y aristócratas o, cuando menos, preámbulos de recebo; esta cuestión del recebo la explicó muy bien  Ignacio Amestoy en Violetas para un Borbón. Además de picadero aristocrático, quizá lo de menor relieve, Lhardy fue centro de conspiraciones, eje de la vida nacional monárquica y republicana, y de una clandestinidad,  de orden y tolerada, durante el franquismo. Los clandestinos intolerados e intolerantes,  no iban a Lhardy. Al lado de Lhardy La Fontana de Oro, donde don Benito Pérez Galdos, sitúa las tertulias del liberalismo,  y del absolutismo cafre de Fernando VII.

La primera pensión que me hospedó en Madrid estaba al lado de Lhardy. Un dia entré a tomarme un caldo, un exceso. Cuando pude tomarme el caldo con un Jerez fue el inicio de una precaria prosperidad.  Cuando, gracias a Francisco Umbral Pepe Hierro, accedí a sus celebérrimos cocidos, en presentaciones de libros, llegué a la conclusión de que  la excelencia de los  cocidos de  mi madre en Torre de los Molinos era insuperable.  Paco Umbral, en la comida,  era un  tiquismiquis que se contentaba con la sopa y la verdura; pero Pepe Hierro y yo nos poníamos morados, valga lo vulgar de la expresión en tan ilustre lugar.


Carlos Abella puso el no hay billetes, hasta en la escalera y cerca de la calle escuchaban su discurso hecho de la memoria histórica y de sus vivencias personales. Allí estaba mi querido Alfaqueque,Rafael Flores, el que más sabe  de Jardiel Poncela,  Mio Jardiel; mi querido, aunque él no acabe de creérselo, Javier Sánchez Arjona, uno de los ganaderos más  de derechas y más honrados de todo el campo bravo  y eso  que, en lo de derechas,  hay donde elegir; tanto que a mi me llama rojo;  jóvenes del toro  como la señorita Sánchez Grande y un gran número de aficionados, de tendido y de callejón,  de las Ventas. Eché en falta algunos jerifaltes de la cosa, pero Abella cortó las dos orejas. Es, además de taurófilo, biógrafo de Adolfo Suárez, puente entre el presidente Calvo Sotelo,el Breve,  y Felipe González;  e historiador de toros. Y gastrónomo. Un español atípico que “no embiste cuando se digna usar de la cabeza”. Por eso no se limitó al Lhardy taurófilo.  Hizo bien en recordar al jurado que escogió hace muy pocos a los 10 mejores toreros del siglo XX. Yo estaba en ese jurado y nos llovieron palos por todos los lados; mi admirado Santiago Martín el Viti aún sigue reprochándome que no eligiéramos entre los 10 a Manuel Benitez el Cordobés. Asombroso el afecto que los grandes de los 60 mantienen por el Pelos. 


(Adriano del Valle)

Recordó el homenaje de los poetas de entonces a un Manolete adusto que sólo se expresaba con la muleta en la mano. Por entonces Manolete ya se carteaba con Indalecio Prieto en el exilio de México, “de español a español”, alarma en el Régimen que volcó en Lhardy todos sus  efectivos: Pemán, Cela, Agustín de Foxá,  Mourlane Michelena, Adriano del Valle, Alfaro, MarqueríeGarcía Serrano,  buena parte de los autores del Cara al Sol…  De los poemas que he releído muchas  veces, me quedo con algunos versos del soneto de Marqueríe, el crítico de teatro:   “Miércoles de ceniza es tu faena/ ya lo anuncia el mechón sobre tu frente/. (…) Junto al cuerno la muerte se ha dormido./. Qué gloria ser de Córdoba y torero”,  poema premonitorio de la tragedia de Linares; el 30 de agosto del 47 ABC publicó el memorable poema de Foxá del que extraigo unos versos: “Yo saludo al torero más valiente del mundo/. Saludo el abanico difícil de tu izquierda / que hace al toro satélite, luna de tu oro antiguo/. Y saludo en tí a Córdoba……”. Lhardy y los toros. Lhardy y la historia de España. Lhardy y Carlos Abella.

(Artículo tomado de http://diariodejaviervillan.blogspot.com.es/ )

A propósito de Luis Rosales y el uso partidista de la Literatura por esa izquierda arcaica

¿Tiene la Literatura entidad ideológica o sexual? (Tomado de http://revistaletralibre.blogspot.com.es/2014/11/a-proposito-de-luis-rosales-y-el-uso.html )


(Luis Rosales)
Llevo mucho tiempo reflexionando sobre este tema, y hace un par de días, me acordé de Luis Rosales, ese gran maestro y poeta olvidado, fiel amigo de otro gran maestro, Federico, al cual el autor de La Casa Encendida, poco debe “envidiar” (En 1937, el poeta de lo cotidiano, Rosales, publica en el diario Patria de Granada, el poema «La voz de los muertos», probablemente uno de los más importantes escritos durante la guerra civil, elegía a todas las víctimas de ambos bandos, en el que quedan fuera cualquier expresión de triunfalismo o exaltación) encasillado y destinado a un baúl de los recuerdos, triste y penosamente, por parte de esa izquierda que cree estar en posesión de la verdad absoluta, por el simple hecho de pertenecer al otro “bando”. La literatura no pertenece a ninguna fantasía ideológica o idiotez sexual, pertenece a su creador, la literatura simplemente es universal, a pesar de los pesares de esos “intelectuales” de hoy mal llamados progresistas, cuando en realidad están disfrazados en trajes delirantes de un neofascismo populista como arrogantes unicornios invisibles.

Conocí al autor de Abril (1935) a mis 17 años, “enamorándome” intensamente de esos versos tan libres e inmensamente individuales, llenos de amor invencible, y hoy ya han pasado más de 27 años, y aún sigo sintiendo la misma turbación vibrante al recordar esos composiciones vanguardistas, claras, humildes, evidentes y cotidianas, y al venir él de nuevo a mi memoria, vuelvo a sentir que lo que prevalece en la literatura es la libertad del individuo, la persona, sin importar si está a la izquierda o la derecha, sin importar a cual “maldito” bando perteneció, sin la discriminación de ser heterosexual, gay, blanco o negro, etc. La literatura, la poesía, la prosa, no es ni debe ser partidista, porque de lo contrario nos induciría al sectarismo. A nadie ni a mí, le deben afectar los bandos y con quién “leches” te acuestes, lo que debe imperar es el arte y las emociones que te produce el hecho de leer. Luis Rosales, ha sido, es aún, y será un gran maestro literario entre las maravillas de nuestros genios.

Y junto a esa determinación imparcial e injusta de esos “literatos” megas, hipers y chupis progresistas, he llegado a leer “barbaridades” tales como que San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús eran, respectivamente homosexual y lesbiana, pero lo más extraño –a estas alturas de la vida, sencillamente, no me debería extrañar ya nada de esta “troupe”- es que estas afirmaciones proceden de un filólogo hispánico, y joven, perteneciente a esa rama de “cuotas floreros” del socialismo español. Y se queda tan ancho y tan pancho. ¿Dónde están las fuentes? Y en el caso que fuese verdad, qué? Por el simple hecho de tener una u otra orientación sexual, ya eres “lo más-in-divino”? Tanta obsesión y victimismo me cansan, pero me cansan demasiado, y lo curioso es que estas “cosas” no me escandalizan, simplemente, me producen bochorno ajeno. No soporto en la cuarentena que he pasado estas imbecilidades; no soy amigo del sectarismo y el totalitarismo del incansable progresismo. Amo la libertad, y en mayúsculas.

Tan solo me quedo con las palabras de D. Luis, Premio Nacional de Poesía 1951 y Premio Cervantes 1982, entre otros: "No he creído ni volveré a creer en la política, no he creído ni volverá a creer en la sociedad, solo creeré en las amistades" (a raíz de la muerte de Lorca).

Lo que siempre queda es el arte, y eso es lo que verdaderamente importa, lo que prevalece es el individuo, su libertad individual. Lo demás, son imbecilidades inventadas por esa ideología arcaica.

Me volverán a clasificar como un fascista, neoliberal, ultraliberal, homófobo, sodomita y católico,- sigan inventándose “basura”-, pero yo volveré a reírme, y reírme, y siempre, siempre, seguiré riéndome, condescendientemente, porque frente a la manada me elevo como un Individuo libre, una persona, ni más ni menos.
Como el náufrago metódico que contase las olas
que faltan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar
errores, hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño
y le besa y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de
caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.